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Contra la sequía

Pablo Kummetz30 de abril de 2007

Científicos han desarrollado una membrana tipo esponja que ayuda a retener el agua en el suelo y posibilita la agricultura en zonas secas.

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Desertificación en Nigeria.Imagen: DW/Thomas Mösch

El 40 por ciento de las tierras del planeta son consideradas zonas secas. Las zonas secas constituyen el hábitat y la base de existencia económica para una gran parte de la población mundial.

Según la GTZ (Sociedad Alemana de Cooperación Técnica), el 70 por ciento de las zonas secas está amenazado además de desertificación. El 40 por ciento de la población de África vive en regiones amenazadas de transformarse en desiertos; el 39 por ciento de la de Asia y el 30 por ciento de la de América del Sur.


Una de las tareas más urgentes del mundo es por lo tanto cómo impedir la desertificación y cómo recuperar las tierras amenazadas para una agricultura sostenible. Para lograr ese objetivo, un grupo de científicos encabezado por el noruego Torleiv Bilstad ha desarrollado una membrana que retiene el agua en el suelo, sobre todo alrededor de las raíces de las plantas, como fue informado en la conferencia anual de la American Association for the Advancement of Science.

Membrana de desechos

La membrana está compuesta por materiales de desechos orgánicos, tales como algas, espinas de pescado pulverizadas y excrementos de aves. Se aplica a los campos en forma de polvo disuelto en agua. Luego de ser absorbido por el suelo, el material forma una membrana alrededor de las raíces, a unos diez centímetros de la superficie, y no deja evaporarse el agua.

El principio de funcionamiento es sencillo: no bien el agua se evapora, el polvo reacciona químicamente y se transforma en una especie de esponja. Cuando luego vuelve a llover o los campos se irrigan artificialmente, el material retiene el líquido y no permite que vuelva a perderse tan rápidamente.

A esa técnica, el equipo alrededor de Bilstad ha agregado otra forma de evitar la evaporación: no permitiendo que el suelo se caliente excesivamente. Para ello, los científicos proponen esparcir por ejemplo pigmento blanco hecho a partir de cáscaras de huevo.

Método probado en la práctica

Como es sabido, el color blanco rechaza la luz, todo lo contrario del negro o los colores oscuros, que la absorben. Ello permite reducir la temperatura en el suelo mismo en hasta unos 20 grados. Es decir, suelos que, bajo el sol tropical se calientan hasta los 50 grados centígrados pueden ser llevados así a unos 30 grados, lo que los hace nuevamente cultivables.

En entrevista concedida a la radio alemana Deutschlandradio, Bilstad confirma que el procedimiento ha sido probado ya en experimentos de campo: “Esparcimos el polvo que genera la membrana en un campo de cereales y otro de papas. Paralelamente teníamos naturalmente también parcelas con los mismos cultivos, pero sin membrana, para poder controlar los resultados.”

Los resultados fueron convincentes, agrega Bilstad: “Primero irrigamos todas las parcelas, luego reducimos el riego hasta que todas las plantas en los campos de control se secaron. En las parcelas tratadas con el polvo, la plantas siguieron creciendo normalmente.” Una prueba evidente de que el sistema funciona.