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Europa y el Protocolo de Kyoto en la práctica

Petra Kohnen15 de febrero de 2005

El 16 de febrero entra en vigor el Protocolo de Kyoto al que se han adherido 141 naciones. ¿Qué medidas han aplicado las naciones europeas para reducir las emisiones de gases contaminantes?

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World Wide Fund for Nature festeja en Berlín en vísperas de la entrada en vigor del protocolo.Imagen: AP

El alumno ejemplar en esta materia es posiblemente Gran Bretaña. Los británicos no sólo han cumplido ya con las metas de reducción de gases que causan el efecto invernadero previstas en el Protocolo de Kyoto, sino que se han propuesto duplicar el nivel estipulado en el documento.

El primer Ministro británico, Tony Blair, se ha propuesto reducir la emisión de gases contaminantes no un 20 por ciento, como se exige en el protocolo, sino un 40 por ciento. Para alcanzar su ambiciosa meta los británicos se concentran en el uso de fuentes energéticas alternativas. Así por ejemplo se pretende reducir el porcentaje de electricidad proveniente de centrales carboníferas de actualmente un 15 por ciento a un 5 por ciento.

Gran Bretaña evita comercio con certificados

También en el rubro de comercio de certificados de emisiones Gran Bretaña resulta ejemplar. Según Benedikt Butler, especialista en el comercio de certificados hasta el momento se han comerciado 1,3 millones de toneladas de dióxido de carbono. A pesar de la gran demanda a nivel europeo, en el caso británico los pedidos son escasos.

El gobierno británico no favorece el comercio de certificados de emisiones tóxicas como solución al problema de la contaminación pues independientemente de quien adquiera los bonos se continúa generando dióxido de carbono.

Se impone la industria francesa

En comparación europea también Francia cuenta con un balance de CO2 favorable, aunque en el resto de los rubros no se sitúa a la delantera. La industria francesa participa activamente en la compra de certificados contaminantes.

El Protocolo de Kyoto contempla que la industria que produzcan emisiones contaminantes cuente con certificados que avalen el volumen de contaminantes por ella generada. Si no se hace uso de todos los certificados, porque se ha reducido el volumen de emisión, se pueden vender los certificados sobrantes.

Un sistema lleno de paradojas

Las emisiones de dióxido de carbono de países como Suecia, Eslovaquia, Austria o Finlandia son de sólo 0.4 por ciento del total de emisiones de las naciones que han firmado el Protocolo de Kyoto. A diferencia de otras naciones europeas, estas cuatro recibieron desde un principio un volumen mucho menor de certificados de emisión. El caso evidencia la paradoja del sistema. Las naciones que han contaminado mucho hasta el momento no fueron castigadas, al contrario, recibieron un mayor volumen de certificados. Las que se han esforzado desde hace décadas en mantener bajos niveles de contaminación no son recompensadas, pues el volumen de certificados que les toca es reducido.

Otras naciones europeas, como por ejemplo la República Checa, que querrían participar en el comercio de certificados, se encuentran en espera de que Bruselas apruebe sus planes nacionales. El Gobierno checo ha presentado 108 aprobaciones para ser repartidas entre las empresas checas. Esto equivaldría a 108 millones de toneladas de emisiones de gases contaminantes, pero Bruselas no ha aceptado este plan de reparto.