UE levanta el embargo de armas contra Libia
12 de octubre de 2004
La vida suele dar muchas vueltas. El caso del líder libio, Muanmar el Gadafi, que vuelve a ser aceptado en sociedad, no es el primero. Ya hubo vuelcos de ese tipo, por ejemplo, con el antiguo presidente sirio, Hafez Asad que, de ser considerado un peligroso cómplice del terrorismo, pasó a ser un interlocutor válido. Ahora le ha correspondido al líder libio volver al redil, en un proceso que comenzó cuando abjuró del terrorismo y de las intenciones de proveerse de armas de exterminio masivo. Luego aceptó pagar indemnizaciones por un monto de 35 millones de dólares a las víctimas de un atentado cometido en 1986 contra la discoteca berlinesa La Belle, en el que las pistas apuntaban a Trípoli. Más aún: hizo considerables méritos ante Alemania, cuando medió para lograr la liberación de rehenes germanos cautivos en Filipinas.
Beneficio recíproco
Tanto gesto de buena voluntad merecía recompensa. Y la obtuvo. Meses atrás, el líder libio fue cordialmente recibido en Bruselas, mientras que gobernantes de España, Gran Bretaña e Italia lo han visitado en su patria, rompiendo el hielo de años. Ahora, con la decisión de la Unión Europea de levantar el embargo de armas que pesaba sobre Libia desde hace aproximadamente dos décadas, se derriba el último obstáculo al comercio internacional con ese estado, que la UE ya había autorizado meses atrás en término generales.
La rehabilitación de Gadafi también les viene bien a los europeos. Sobre todo Italia, que fue potencia colonia en ese país hasta 1941, tiene gran interés en dotar a Libia de embarcaciones patrulleras, para contener la marea de refugiados que intenta llegar a las costas europeas.
Normalización de las relaciones
El ministro de Relaciones Exteriores alemán, Joschka Fischer, puntualizó que no hay planes de realizar negocios con armas propiamente tales. “No se trata de vender sistemas armamentísticos, (...) lo importante es en qué medida se aspira a normalizar ampliamente las relaciones con Libia, en vista de los enormes cambios que se han operado allí”, señaló. Y tal objetivo parece estar cada vez más al alcance de la mano. Para cumplirlo plenamente sólo restaría que Libia desistiera de aplicar la pena de muerte a cinco enfermeras búlgaras, culpadas de haber contagiado de SIDA a 400 niños en Trípoli.
Probablemente Gadafi también haga concesiones en esa materia. De momento, los vientos soplan a su favor y muchos en Europa se alegran ya de volver a retomar los negocios con ese país. Por lo pronto, el canciller alemán, Gerhard Schröder, se dispone a visitar Libia el próximo viernes, acompañado de una delegación empresarial de grueso calibre. Sus esperanzas se cifran, principalmente, en sellar lucrativos contratos para el equipamiento de la industria petrolera libia.