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Tratado de Kyoto entre la vida y la muerte

Mirra Banchón3 de diciembre de 2003

En la novena ronda de negociaciones en torno a la Convención sobre Cambio Climático, se definirán medidas concretas para acuerdos ya muy viejos. Sobre la cumbre pesa el espíritu del controvertido Tratado de Kyoto.

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Organizaciones ecologistas se manifiestan a favor de la firma del Tratado.Imagen: AP

Hoy empezó la novena ronda de negociaciones de la Convención marco sobre Cambio Climático de las Naciones Unidas, que tiene lugar en la italiana Milán entre el 1 y el 12 de diciembre. Miles de representantes de 180 países asistirán a ella. Si bien los objetivos de esta conferencia son más concretos que nunca, pues se trata de definir acciones pequeñas para lograr metas grandilocuentes, el punto principal es la pregunta existencial en torno a la vida o la muerte del Tratado de Kyoto.

Ojeada atrás

Klimagipfel
Imagen: AP

En el año de 1997, representantes de 39 gobiernos elaboraron y firmaron en la ciudad de Kyoto un protocolo por el que se comprometían -una vez que fuese ratificado por un número suficiente de países cuyas emisiones conjuntas de CO2 o equivalentes superasen el 55 % de las emisiones globales- a reducir hasta el año 2012 sus emisiones en un 5% con respecto a las de 1990. Entre tanto, el tratado ha sido ratificado por 119 países, entre los que se encuentran todos los de la Unión Europea, Japón, Canadá, Nueva Zelanda, Brasil, India y China. Rusia y Estados Unidos no se encuentran entre ellos.

Los "niños malos"

El tratado -firmado en 1998 por el ex presidente norteamericano, Bill Clinton- nunca fue presentado al Senado para su ratificación. Debido a que está dirigido a limitar las emisiones industriales de gases de efecto invernadero, que se cree causan el calentamiento global, inmediatamente después de su investidura como sucesor de Clinton, George W. Bush, dio a conocer que no respetaría el Protocolo de Kyoto. El mandatario dijo que no tomaría medidas para reducir la emisión de gases de dióxido de carbono, si sus costes tuvieran que ser asumidos por el mundo empresarial, haciendo hincapié en la posibilidad de que la ciencia no tuviese razón en aquello del calentamiento de la tierra. En el año 2000, cuando Estados Unidos decide definitivamente no ratificarlo, las emisiones de Estados Unidos eran ya un 18 % superiores a las de 1990, según estimaciones de expertos.

En esta situación, Moscú se volvió la pieza clave del Tratado de Kyoto. Si Rusia no lo ratifica, no podrá entrar en vigor por no alcanzarse entre los firmantes el 55% de las emisiones globales. El presidente Vladimir Putin –quien en realidad se había declarado a su favor- se muestra aún cauteloso. Ciertos analistas ven ello una muestra de que quiere cotizar bien su firma entre los que ya han firmado: la Unión Europea, Canadá y Japón. Por otro lado, el interés nacional habla también a favor de Kyoto, pues debido a la grave crisis económica, las emisiones rusas ya están muy por debajo del nivel de 1990. En consecuencia, Rusia tendrá un superávit de derechos de CO2, los cuales podría vender en el llamado "mercado de emisiones". Expertos del ministerio alemán de Medio Ambiente confían en que el Kremlin ratificará el protocolo. Eso sí no antes de la primavera del 2004, es decir después de las elecciones presidenciales.

Alemania en Milán

En Milán, la novena ronda de negociaciones, se trata de impedir su muerte, sino de aprovechar la mínima esperanza de que llegue a tener vida el que en su día fuera preconizado como un gran acuerdo internacional en favor del medio ambiente. Uno de sus principales defensores es Alemania junto con la Unión Europea, cuyo objetivo en Italia es dejar una imagen de “nosotros sí actuamos”. “Tenemos que proponernos que en este siglo la temperatura promedio del planeta no suba más de 2 grados”, declaró el ministro alemán de Medio Ambiente, Jürgen Trittin, añadiendo que estaba consciente de estar siendo exigente.

Debido a la premura por lograr resultados, la conferencia se planteará esta vez de manera diferente: grupos de trabajo prepararán los documentos antes de la llegada de los ministros. Alemania, por ejemplo, estará a la cabeza del grupo encargado de definir concretamente el aumento de cuota de emisión a los países industrializados a cambio de financiamiento de proyectos de reforestación en países en desarrollo. Un aspecto muy polémico del tratado de Kyoto, pues que los nuevos bosques actúen como sumideros del CO2 depende de muchos factores. Otros platos del menú son el fondo de cooperación internacional para medidas pro medio ambiente y los pasos a seguir después de se cumpla con las obligaciones del Tratado de Kyoto, si éste llegara a existir.