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Rompiendo arpones, en defensa de las ballenas

ers.26 de mayo de 2002

Partidarios y detractores de la caza de ballenas se mostraron más divididos que nunca al concluir la asamblea plenaria de la Comisión Ballenera Internacional, celebrada en Japón.

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Greenpeace dibujó un cetáceo en un estadio de Stuttgart para denunciar, antes del Mundial, que Japón sigue matando ballenas.Imagen: AP

Los intentos de Tokio por lograr que se considere a las ballenas como a los atunes o camarones, es decir, como cualquier otro recurso marino, enfrentaron dura resistencia en la Comisión Ballenera Internacional (CBI). Durante su reunión plenaria en Shimonoseki, en el sur de Japón, la asamblea rechazó la reincorporación al organismo de Islandia, que sólo tiene status de observador. Este país se había retirado en 1992 de la Comisión, en protesta por la moratoria de caza de estos mamíferos, que se acordó en1986 y sólo permite atrapar ballenas con fines científicos.

Con un aliado menos, Japón tampoco logró que se le autorizara ampliar su cuota y además cazar 50 ballenas Sei (Balaenóptera borealis). Alemania y otros 17 países habían protestado duramente en los días previos a la asamblea contra los planes nipones de reanudar la caza de esta especie, en peligro de extinción.

Pretextos nipones

Esto, sin embargo, no implica que el futuro de las ballenas esté asegurado. Japoneses y otros partidarios de la caza de cetáceos argumentan, por ejemplo, que su número ha aumentado y que están depredando a los peces. El bando contrario replica que la verdadera causa de la disminución de peces en los mares del mundo es la pesca excesiva. Esta postura ha sido defendida en la asamblea por países como Estados Unidos, Gran Bretaña, nueva Zelanda, México y Brasil.

A pesar de la moratoria vigente, Japón mata cada año cerca de 400 ejemplares en la Antártida y otros 250 en el Pacífico Norte. Tokio se ampara en las excepciones admitidas para posibilitar la investigación, aunque sus críticos lo consideran sólo un pretexto. Denuncian que aproximadamente 2 mil toneladas de carne de ballena, considerada una exquisitez, van a parar cada año a las cocinas niponas.

En la asamblea de este año circularon también denuncias de soborno. Según un comunicado de la organización ecologista Greenpeace, Japón habría entregado fondos de ayuda al desarrollo a países del Tercer Mundo, a cambio de votos de apoyo.

Decisiones controvertidas

Los defensores de las ballenas, por su parte, han tenido también dificultades para sacar adelante sus proyectos. La Comisión rechazó la propuesta brasileña de crear un santuario ballenero en el Atlántico Sur, que contaba con el apoyo de Argentina y Chile.

Igualmente se rechazó la moción de crear un santuario ballenero en el Pacífico Sur. En cambio, se resolvió mantener las áreas de protección para 12 especies de ballenas en el océano Antártico y en el Índico.

Polémica desató, por otra parte, la negativa a prolongar la concesión de cuotas especiales de caza a los pueblos nativos de Alaska y el norte del Rusia. Debido al bloqueo japonés, por primera vez en la historia de la CBI se niega al puebli inuit el derecho a cazar ballenas, su principal base de alimentación.