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Revuelo tras dimisión de arzobispo ex colaborador de servicios secretos

José Ospina Valencia7 de enero de 2007

Este 7 de enero paso lo inimaginable: una hora antes de su investidura, el nuevo arzobispo de Varsovia, Stanislaw Wielgus, dimitió tras críticas por su colaboración con los antiguos servicios secretos comunistas.

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Stanislaw Wielgus, el casi arzobispo de Varsovia (izqu.).Imagen: AP

¿Roma locuta, causa finita? ¿Es aún válida esta divisa de que cuando el Vaticano habla, el problema se acaba? En principio, oficialmente se dijo sólo que el Papa había aceptado su renuncia. Sin embargo, parece claro que Wielgus no tomó solo esa difícil decisión. Después de que Benedicto XVI fuera criticado en septiembre pasado por sus polémicas palabras sobre el Islam y la violencia durante un discurso en Ratisbona, el nuevo año empieza para él de nuevo con mal pie.

Al fin y al cabo, el Vaticano defendió al obispo hasta el final y aseguró tener plena confianza en él. Los observadores advertían desde hacía días, sin embargo, de que Benedicto se arrepentiría de su decisión de apoyar a Wielgus. “Eso tendrá consecuencias dolorosas para el Papa”, dijo el historiador y antiguo ministro polaco de Exteriores Bronislaw Geremek al periódico La Repubblica.

Problema aún no resuelto

Como la mayoría de los polacos, el analista también se mostró convencido de que el antecesor de Benedicto, Karol Wojtyla, habría elegido a otro sucesor para el cardenal Jozef Glemp. “Pero la iglesia es una institución jerárquica: Roma locuta, causa finita”, dijo Gemerek.

En eso, sin embargo, parece que se equivocó. Y con la dimisión de Wielgus tampoco parece que el asunto esté liquidado, pues Polonia tuvo durante décadas un papel muy especial en el Vaticano. Juan Pablo II apoyó en los años 80 al movimiento prodemocrático Solidaridad y contribuyó así a la caída del comunismo en el país en el año 1989.

Tras la muerte de su antecesor, Benedicto también señaló varias veces el profundo cariño que siente por la nación de Wojtyla. No en vano, uno de sus primeros viajes lo llevó el pasado mayo entre otros lugares a Polonia.

Los pecados de la Iglesia

Aparece hoy como un presagio que el líder de los católicos llamara en un discurso ante el clero polaco a perdonar los pecados en la Iglesia y a enmarcar sus actos en un contexto histórico: “Debemos evitar la arrogancia de querer jugar a jueces de las generaciones pasadas”. Sin embargo, subestimó la fuerza explosiva que todavía hoy tiene en Polonia el pasado de espía de un clérigo.

Después de que Wielgus confesara al fin públicamente sus contactos con los servicios secretos, el enfado y la irritación se extendieron por el Vaticano. Si el caso Wielgus dañó a Benedicto y a la Santa Sede y en qué medida, lo dirá el tiempo. Pero está claro que el Papa no mostró con tanto ir y venir una “bella figura”.

Vaticano: “Solución adecuada”

El portavoz del Vaticano, Federico Lombardi, calificó la dimisión del nuevo arzobispo de Varsovia, Stanislaw Wielgus, como una “solución adecuada” a la polémica surgida por su relación con los antiguos servicios secretos comunistas.

“La renuncia al cargo en Varsovia y su rápida aceptación por parte del Santo Padre parece ser la solución adecuada para reaccionar a la desorientación propagada por la nación”, dijo al finalizar el día, Federico Lombarda, portavoz del Vaticano en una emisión radial. El comportamiento de Wielgus en los años del régimen comunista en Polonia dañó gravemente su imagen, también entre los creyentes, añadió la declaración.

Ni el primer ni el último caso

Por eso se llegó a la decisión de dimitir, “pese a su humilde y emocionante petición de perdón”: agregó. El caso Wielgus no es el primero ni posiblemente el último en el que personalidades de la

Iglesia serán acusadas en base a archivos de los servicios secretos del antiguo régimen, concluyó Lombardi, que al mismo tiempo pidió que no haya una campaña de venganza contra la Iglesia Católica en Polonia.

Muchos años después del final del régimen comunista falta “la gran e inasible personalidad” del Papa Juan Pablo II. “La actual ola de ataques a la Iglesia en Polonia tiene muchos signos de una extraña alianza entre antiguos seguidores y otros adversarios; signos de venganza por parte de aquéllos que la siguieron en el pasado y aquéllos que fueron vencidos por la fe y el deseo de libertad del pueblo polaco”.