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Pinochet: el triunfo de la muerte sobre la Justicia

Emilia Rojas S10 de diciembre de 2006

Amnistía Internacional afirmó que la muerte de Pinochet "no debe ser el final de la historia" y pidió a las autoridades chilenas declarar nula la ley de amnistía y seguir la investigación de los crímenes de la dictadura.

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Pinochet jamás llegó a pisar la cárcel.
Pinochet jamás llegó a pisar la cárcel.Imagen: dpa - Report

"La muerte del general Pinochet debería ser una llamada de atención para las autoridades de Chile y de todos los Gobiernos, y recordarles la importancia de una Justicia rápida en lo que se refiere a crímenes de derechos humanos, algo a lo que el mismo Pinochet ha escapado", declaró un portavoz de Amnistía Internacional, en Londres, tras conocerse el deceso del ex dictador.

El pesar por el hecho de que el capitán general haya logrado definitivamente eludir una sanción judicial se refleja también en las primeras reacciones de la prensa europea. Como se indica en un especial de la edición online del periódico español El Mundo: "La Justicia sólo logró acorralarlo, pero no condenarlo. Y así se fue, sin rendir cuentas. Su avanzada edad y su supuesta mala salud impidieron a muchas de sus víctimas, a los hijos de sus víctimas y al resto del mundo, poder verlo tras unos barrotes".

También en Alemania la prensa se suma a este parecer. "Incluso los partidos conservadores reconocieron en los últimos años la culpa de los militares, desplazándose cautelosamente hacia la democracia. Negar los terribles crímenes era imposible, debido a las claras pruebas. El hecho de que el propio Pinochet nunca tuviera que asumir personalmente su responsabilidad ante un tribunal chileno es más que una falla cosmética del sistema parlamentario chileno. Allí se manipuló...", comentó el periódico Westdeutsche Allgemeine Zeitung, de Essen.

La justicia europea

Esfuerzos por llevarlo al banquillo de los acusados hubo, desde luego, comenzando por los del juez español Baltasar Garzón, quien el 16 de octubre de 1998 logró que Pinochet fuera detenido en Londres. El general, ya en ese entonces retirado, permaneció 503 días retenido en una clínica, mientras el magistrado luchaba por lograr su extradición a España, para procesarlo por genocidio y torturas. Fue la primera vez en que el ex dictador sintió en carne propia que no era del todo intocable para la Justicia.

Pinochet, sin embargo, seguía teniendo amigos influyentes, como Margaret Thatcher, que nunca le retiró su apoyo y aún hoy comunicó, a través de un portavoz, su "pesar" por el deceso. Amparándose en su avanzada edad y sus problemas de salud, finalmente fue devuelto a Chile, donde se esgrimieron los mismos argumentos humanitarios para librarlo de pisar los tribunales o la cárcel, pese a los múltiples desafueros y procesos iniciados en su contra. También las causas pendientes en España, que en el año 2004 amplió también a otros delitos relacionados con la fortuna de Pinochet, quedarán cerradas tras su muerte. No ocurrirá lo mismo con las que afectan a 38 colaboradores del ex dictador, sobre los que pesa orden de captura internacional desde 1996.

En Francia, por otra parte, existe una causa judicial pendiente desde hace ocho años. La abogada Sophie Thonon, que representa en ella a familiares de víctimas, afirmó que el proceso seguirá adelante de todas maneras "simbólicamente", ya que es un juicio "contra la dictadura chilena". El sumario contra Pinochet y otros imputados por la desaparición de cuatro franceses en Chile durante la dictadura fue cerrado recientemente por la jueza instructora, en París.

Reconocimiento británico a la democracia

En las esferas gubernamentales europeas, en tanto, no ha habido mucha elocuencia en esta noche de Domingo. La primera reacción oficial se produjo en Londres, y no fue precisamente referida a la figura de Pinochet, sino al proceso que han vivido los chilenos tras desembarazarse de su dictadura: "Sabemos de la muerte del general Pinochet y queremos rendir tributo al destacado progreso que Chile ha conseguido en los últimos años, como una democracia abierta, estable y próspera", señaló la escueta declaración de la ministra de Relaciones Exteriores británica, Margaret Beckett.