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Oportunidades, no caridad

21 de mayo de 2003

Oportunidades, no caridad es lo que los países en vías de desarrollo requieren, declaró en entrevista a la Deutsche Welle el presidente del Banco Mundial, James D. Wolfensohn.

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El presidente del Banco Mundial, James Wolfensohn.Imagen: AP

"Si usted no quiere que su fábrica sea quemada, tiene que crear relaciones buenas y responsables con la sociedad circundante, en vez de cercar su terreno con alambre de púas", así lo declaró el presidente del Banco Mundial, James D. Wolfensohn en entrevista exclusiva a la Deutsche Welle en el marco del 6. Foro Alemán del Banco Mundial, que se lleva en cabo en la ciudad de Bonn y tiene el lema "Economía del saber".

Personalidades internacionales del ámbito de la política y la economía discuten cómo los estados en vías de desarrollo pueden acceder a las modernas tecnologías de la información y comunicación, y sobre cómo usar el conocimiento y la formación como arma contra la pobreza.

Wolfensohn -que nació en 1933 y desciende de familia de judíos polacos que emigraron a Australia y que luego hizo fortuna como inversionista en Wall Street- declaró que el saber y la formación juegan un papel clave en la lucha contra la pobreza del mundo, y previno de que las crisis económicas y los conflictos –como el de Irak- distraigan la atención de este tema.

El abismo tecnológico

La tecnología y el conocimiento son el motor del desarrollo social y económico. En la era de la sociedad de la información, no se puede permitir que el mundo se divida en dos clases, como efectivamente está sucediendo: Según estadísticas del Banco Mundial, para el rubro educación, los países industrializados efectuaron , en el año 2000, gastos per cápita 28 veces mayores que los dedicados al mismo rubro en los países en desarrollo.

En cuanto a la disposición de computadores, por ejemplo, las estadísticas del Banco Mundial arrojan resultados impactantes: sólo en Alemania hay 30,8 millones de usuarios de internet, lo que significa que hay el doble de personas con acceso a información la que hay en el conjunto de los países de la región del Sahara, el norte de África, Cercano Oriente y Asia Meridional.

"Ayúdate que yo te ayudaré"

"Está claro que los países más pobres necesitan de ayuda del exterior para crear estructuras y una administración que funcione. Ésa es la función clásica de las organizaciones de ayuda al desarrollo. Pero una vez que se ponen en movimiento, son la empresa privada y la sociedad civil las llamadas a sustentarlas. La ganancia de invertir en transferencia de conocimiento es que surge una capa de consumidores que demanda productos. Eso lleva a circunstancias sociales más estables", prosigue el presidente del Banco Mundial.

Una partida de a dos

Los gobiernos de los países en vías de desarrollo tienen la responsabilidad de manejar esos fondos responsablemente, de combatir la corrupción y de asegurar que el dinero llegue a su destinatario. Los países industrializados tienen la de reconocer que el asunto del desarrollo no es un problema de caridad, sino de oportunidades, así Wolfensohn.