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Robo en la red

4 de febrero de 2010

Empresas europeas han caído en una trampa tendida en la Red: pusieron a disposición sus datos de acceso a la bolsa internacional de emisiones. El caso manifiesta fallas en los sistemas de seguridad.

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La piratería cibernética: un fenómeno no poco conocido.Imagen: dpa

Los cibercriminales planearon muy bien su ataque: por medio de correos electrónicos solicitaron sus datos de acceso a empresas que negocian con certificados de emisión de CO2 con el objeto de verificarlas. Supuestamente. El emisor del mensaje parecía, a primera vista, muy confiable e incluía un enlace que llevaba a una página muy parecida a la de la institución oficial de comercio de emisiones. En ésta, las empresas tenían que registrar sus datos.

Según empresarios, citados por Spiegel Online, el mensaje estaba bien hecho, pero por un par de detalles se podía reconocer que se trataba de una estafa cibernética.

Un mensaje bien hecho

A pesar de que su estilo era diferente al que suele usar una institución, siete empresas alemanas cayeron en la trampa y a finales de enero pusieron a disposición sus datos. Los piratas cibernéticos aprovecharon inmediatamente la ocasión. Según las investigaciones, entre Alemania y República Checa lograron robar unos 250.000 certificados de emisión; traspasaron esos bonos a una cuenta en Dinamarca y de ahí los vendieron a otras empresas que negocian con este tipo de certificados.

Cuotas a la venta

El comercio de emisiones en la Unión Europea tiene su origen en el Protocolo de Kyoto. En ese acuerdo, 39 países acordaron reducir hasta el 2012 un cinco por ciento de sus emisiones con respecto al año 1990. El comercio con las cuotas de emisión de CO2 comenzó en la UE el 1 de enero de 2005. La idea básica es que a las empresas se les permite un volumen determinado de emisiones de CO2. En caso de que emita menos, la cuota no utilizada puede ser vendida. Y en caso de que una empresa emita más de lo permitido tiene que comprar cuotas adicionales.

DEHSt se defiende

La reacción de la Oficina Alemana para el Comercio de Emisiones (DEHSt) ha sido intentar maquillar el daño minimizándolo. Este mercado manejaba un volumen de 126 mil millones de dólares y, así Hans-Jürgen Nantke, gerente de DeHSt, este mínimo incidente de cerca de 3 millones de euros no tendrá repercusiones.

“El hecho de que sólo siete de 2000 empresas hayan caído en la trampa es seña de que el sistema es seguro”, asevera Nantke para quien esto se debe a que los seres humanos cometen errores.

Las trampas cibernéticas son efectivamente usuales y que bancos y empresas se han visto envueltos en la última década en este tipo de trampas. El usuario normal de la red sabe, entretanto, que ninguna institución seria pedirá sus datos por correo electrónico. Que con sólo un código de entrada se acceda a un banco de datos de esa magnitud y valor pone de manifiesto claras fallas de seguridad.

MB/dpa/rtr
Editora: Luna Bolívar Manaut