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Mi última voluntad "digital"

22 de febrero de 2010

La primera empresa funeraria digital europea, fundada en Estocolmo, ofrece hacerse cargo de la administración de valores digitales tras el fallecimiento, desde la suspensión de cuentas hasta la herencia de descargas.

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La resurrección de Cristo, de Raffaellino del Garbo.Imagen: picture-alliance / akg-images / Rabatti - Domingie

Imagínese que le escribe a un amigo y recibe como respuesta un anuncio necrológico, redactado por él mismo. Esto pronto será realidad cuando la primera empresa funeraria digital europea, fundada por dos mujeres suecas, empiece a funcionar en Internet. Se trata de una idea que proviene de Estados Unidos y ha puesto pie en el país nórdico.

La oficina se encuentra en el patio trasero de un edificio en el centro de Estocolmo. Lisa Granberg y Elin Tybring se encuentran ante el monitor discutiendo el diseño de la página "Mywebwill", donde se ve un banner que reza: Mi testamento digital. "Hacerlo es cosa de niños", afirma Lisa Granberg.

MyWebwill Lisa Granberg und Elin Tybring
Las fundadoras de MyWebwill, Lisa Granberg y Elin Tybring.Imagen: DW

"Nos informas quién es el proveedor de tu cuenta y en caso de muerte qué cambios quieres que hagamos. Nos informas por ejemplo tus claves de acceso a Facebook, que guardamos en clave. Nos dices si quieres que desactivemos tu cuenta de Internet o si quieres que descarguemos algún contenido. Si nos enteramos de tu muerte antes que las autoridades fiscales nos encargamos de cumplir tu última voluntad", afirma.

Sin datos de usuario y contraseña

Ideada por Granberg y su amiga Elin Tybring, la idea surgió a raíz de varios casos de muerte ocurridos en su círculo de amigos, donde sus familiares no podían cancelar cuentas suyas, como las de Facebook, por no contar con datos como nombres de usuario y contraseñas.

No se trataba de casos aislados, según Elin Tybring. "Para los familiares puede ser muy difícil contactar a un gran proveedor de Internet, o borrar una página si no se tienen los datos de acceso. El contactar a un interlocutor en Facebook es casi imposible", afirma Tybring. La empresaria añade que aunque Facebook ha cambiado sus reglas ante casos de muerte, todavía son necesarios muchos trámites burocráticos para poder publicar un anuncio necrológico, como presentar el acta de defunción.

MyWebwill Hinweis an der Tür
Placa en el edificio donde se encuentra MyWebwill, en Estocolmo, Suecia.Imagen: DW


"Nuestra vida se refleja cada vez más en el Internet", afirman Granberg y Tybring en un video en su página Internet. Las llamadas redes sociales como Facebook y Twitter cuentan con millones de usuarios, y millones de fotos son colgadas cada mes en Internet para hacer partícipes a otros de nuestra propia existencia.

Parte de la vida es la muerte

Parte de eso es la muerte, asegura el investigador Anders Larsson de la Universidad de Uppsala.

"Un jugador de World of Warcraft murió en un accidente de tráfico. Sus compañeros de juego realizaron un entierro que filmaron en su memoria", afirma. En la cinta se ve a una gran catedral gótica y un ataúd que se encuentra ante el altar. .Alrededor se ven las más diversas figuras de fantasía mientras se escucha música melancólica. Otra forma de recordar al difunto es transformar una página Internet ya existente como en el caso de una adolescente de 15 años asesinada el año pasado por un compañero suyo.

MyWebwill Anders Larsson
El investigador Anders Larsson.Imagen: Anders Larsson

A Larsson no le sorprende. "Eso demuestra que los seres humanos somos practicantes de rituales, aunque digamos que somos seculares y no necesitamos de ningún ritual religioso. Un entierro virtual es como si fuéramos a una tumba y depositáramos ahí una flor".

Y quien muere debe tener el derecho de cerrar su vida también en Internet. Por 20 euros al año el usuario puede guardar sus datos en caso de muerte, lo que cubre desde la cancelación de cuentas hasta la herencia de figuras en el mundo virtual, que podrían ser transferidas a la persona elegida.

Autora: Agnes Bührig/ Eva Usi

Editora: Emilia Rojas Sasse