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La Unión Europea sigue en aprietos

Bernd Riegert/ERS27 de diciembre de 2005

Acaba un año turbulento para la UE, salpicado de graves crisis. Al inicio de la presidencia de turno británica, Tony Blair derrochó ímpetus modernizadores, pero los resultados de su gestión son modestos.

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Blair no cumplió las expectativas que generó al tomar el timón la UE.Imagen: AP

La presidencia británica de la Unión Europea logró evitar un nuevo fiasco presupuestario. Con esfuerzo se logró acordar un marco financiero que, sin embargo, no está a tono con los futuros desafíos. El propio Tony Blair lo reconoce. Pero, por lo menos, no fracasó la última cumbre comunitaria. Los dirigentes se han vuelto menos ambiciosos en este año plagado de reveses para la UE. La desafortunada presidencia británica tiene de seguro parte de culpa por la sombría imagen que proyecta la Unión al término de este período, pero Londres no es el único responsable.

¿Dónde quedaron las reformas?

El Consejo Europeo de los jefes de Estado y de gobierno no ha logrado encontrar solución a la crisis constitucional que afecta a la UE. Tras el "no" de los franceses y holandeses a la Constitución europea, los gobernantes se replegaron en sus despachos. Se dice que el texto de la Carta Fundamental no ha de ser modificado, pero de momento parece descartarse una nueva votación sobre el proyecto original. A los británicos sólo se les puede reprochar no haber impulsado precisamente la reflexión al respecto. Tony Blair prefirió eludir este tema, que sólo podía provocarle problemas en el campo político interno.

A mediados de año, el premier británico prometió preparar el camino para la realización de profundas reformas; sin embargo, seis meses después, se presenta con las manos vacías. Con el marco financiero acordado, el actual descontento se verá más bien cimentado. Las perspectivas de reformar la entreverada jungla de subvenciones y rebajas siguen siendo vagas. Pero, por lo menos, la presidencia británica intentó abordar las inquietudes sociales y económicas expresadas en los votos negativos de los referendos y también en encuestas en otros países. En los tiempos de la globalización, la Unión Europea tiene que aprovechar sus oportunidades y no debe concebirse sólo como una fortificación que hace frente a los competidores. Ése fue el mensaje que debía emanar de la cumbre extraordinaria de Hampton Court. La prueba de fuego será la forma que adquiera el mercado interno de servicios, que tampoco avanzó prácticamente durante el semestre de conducción británica.

Debate pendiente

Tony Blair anotó a su haber el inicio de las negociaciones de adhesión con Turquía. En este punto tomó menos en serio los resquemores de la ciudadanía europea, ya que las encuestas demuestran que la ampliación de la UE es vista con escepticismo. Para muchos ciudadanos de la UE siguen siendo dudosos los beneficios estratégicos, que Blair ha destacado reiteradamente. En vista de que también se aproxima la incorporación de Croacia y Macedonia, hará falta aclarar de una vez por todas cuán grande puede y debe llegar a ser la Unión Europea. Así lo resolvieron los participantes en la última cumbre. Es un debate ineludible que los británicos, sin embargo, esquivaron conscientemente.

El socialdemócrata austriaco Hannes Swoboda hizo un balance acertado de los últimos seis meses en que Londres estuvo al timón del barco de la UE: todavía no hemos chocado con el iceberg, pero el buque se bambolea y urge llevarlo por buen curso.