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Hijos del "amor prohibido"

Suzanne Krause (AJR)25 de agosto de 2006

La relación entre una francesa y un soldado alemán durante la II Guerra Mundial tuvo como fruto el nacimiento de Josiane Kruger. Su autobiografía, publicada esta semana, aborda un tema todavía tabú en Francia.

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La portada del libro de Josiane Kruger.

Josiane Kruger se crió en un pueblo del oeste de Francia. Ya desde pequeña se sintió diferente al resto de niños porque en su casa no había padre: sólo su madre y su abuela. Esta semana sale a la venta en Francia su autobiografía ("Neé d'amours interdites", "Nacida de un amor prohibido"). En su libro, Josiane relata, por ejemplo, sus recuerdos sobre cómo la ridiculizaron en el patio de la escuela cuando sólo tenía siete años: la llamaron hija de un "boche", palabra que utilizan los franceses para nombrar despectivamente a los alemanes. Finalmente, su madre se decidió revelarle la verdad: su padre fue un soldado alemán que antes de que ella naciera fue destinado al frente ruso. Desde entonces, nunca volvieron a saber de él.

Ya han pasado 56 años, pero Josiane tiene aún recuerdos: "Mi abuela me contaba a menudo la bonita pareja que habían formado mi padre y mi madre, y lo guapo y bueno que era él. De esta forma, no podía entender por qué debía avergonzarme de él".

Ocultación y humillaciones sistemáticas

Sin embargo, la mayor parte de la gente en su pueblo, como en toda Francia, sigue considerando al padre de Josiane un enemigo invasor. El régimen de Vichy se encargó de establecer el llamado "derecho a un nacimiento anónimo": los niños franco-germanos, nada más nacer, podían ser entregados en adopción sin que se supiera el nombre de sus auténticos padres.

Inmediatamente después del final de la II Guerra Mundial, estalló en Francia la rabia contra la humillación de la ocupación y con ella, la venganza contra los colaboradores y, por extensión, contra las mujeres francesas que habían mantenido relaciones con alemanes: fueron humilladas, rapadas, arrastradas desnudas por los pueblos y obligadas a entregar a sus hijos a orfanatos.

A pesar de que ella y su madre consiguieron escapar a la barbarie, Josiane, mirando hacia al pasado, escribe: "Mi juventud está marcada por la carencia de reconocimiento y amor". Con 14 años, descubrió la dirección de su padre y le escribió furtivamente. Posteriormente, su padre apareció durante una corta visita de tres días para volver a esfumarse para siempre de su vida.

Todavía un tabú

Gefangen genommene Marokkaner während des deutschen Vormarsches in Frankreich 1940 Kalenderblatt Mai
Soldados alemanes descansan antes de tomar París.Imagen: dpa

Josiane sólo vio a su padre en esa ocasión. Él ya había formado una familia con una mujer alemana con la que había tenido dos hijos: su vida pertenecía a ese mundo. Pese a todo, su historia tuvo un final feliz del que muchos niños franco-germanos hijos de la II Guerra Mundial no han podido disfrutar. Desde hace muy poco tiempo, muchos de esos "niños" han comenzado a querer saber la verdad sobre sus padres desaparecidos.

Hace cuatro años, el tema saltó por primera vez a las pantallas de televisión francesas a través de un reportaje llamado "Los hijos de la guerra". El trabajo desató una avalancha de consultas dirigidas al Archivo de la "Wehrmacht" (ejército alemán durante el gobierno nacionalsocialista) en Berlín.

Josiane, una amiga suya y 170 "hijos de la guerra" más se han organizado y formado la Asociación Nacional de Hijos de la Guerra (ANEG): "Cada vez me llaman más personas que, con gran timidez, afirman que ellos también forman parte de nuestro colectivo. Sin embargo, la mayor parte de ellas no quiere que sus familiares se enteren de ello por miedo a ser rechazados".

Amor en medio de la guerra

Cuando en 2004, con ocasión del 60 aniversario del desembarco de los aliados en Normandía, el canciller alemán Gerhard Schröder fue invitado por primera vez a la rememoración, Josiane Kruger envió una carta a la hija del presidente francés, Claude Chirac. Le propuso rehabilitar a los "hijos malditos" en aquella ceremonia del recuerdo. Josiane, sin embargo, nunca recibió una respuesta. Quizá porque el reconocimiento de la existencia de esos "hijos bastardos" haría tambalear la leyenda de que todos los franceses combatieron a los alemanes: eso supone Josiane. "A nuestros padres se les reprocha haber cometido graves errores. Eso es una estupidez: ellos se amaron y punto. Es maravilloso que en medio de una guerra también hubiera amor".