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Frío solar ecológico

26 de mayo de 2010

La luz del sol es capaz de enfriar espacios y mantener frescos los alimentos. Las tecnologías de refrigeración solar son respetuosas con el medio ambiente, pero siguen siendo demasiado caras para su implantación global.

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África deposita grandes esperanzas en la energía solar: también para refrigerar medicinas, alimentos y edificios.Imagen: picture-alliance/ dpa

"Refrigerado con la luz del sol". En el futuro, esta etiqueta ecológica podría figurar en los envases de los alimentos. Los investigadores pretenden conservar frutas y verduras durante más tiempo gracias a los rayos del sol. Sobre todo, en aquellos países en vías de desarrollo donde disponer de neveras es un lujo y a menudo sólo las grandes aglomeraciones urbanas cuentan con una red eléctrica. No menos importante es poder contar con sistemas de refrigeración para conservar las medicinas. Especialmente, en las zonas rurales.

Un método para regiones apartadas

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En Túnez, el vino es refrigerado en cisternas. Los espejos de la izquierda captan la luz del sol. Bajo el tejado, se encuentra la máquina de adsorción para generación de frío.Imagen: Fraunhofer ISE

Científicos del Instituto Fraunhofer de Sistemas de Energía Solar (ISE) han demostrado que la refrigeración solar funciona: en el marco del proyecto de la Unión Europea "Medisco", instalaron equipos solares para la refrigeración de vino y leche en una viña en Túnez y una central lechera en Marruecos. "El método es ideal para aquellos países que disponen de mucho sol, especialmente en aquellas zonas apartadas donde, debido a la escasez de agua y a la falta de fuentes de energía o la poca fiabilidad del suministro, no cuentan con recursos de refrigeración convencionales", explica el investigador del ISE Tomás Núñez, que añade: "es ecológico. Además, se reduce al mínimo el consumo de electricidad cara para las neveras impulsadas de forma convencional".

Los investigadores han construido colectores solares que, a través de espejos, concentran la luz del sol sobre la superficie del denominado absorbedor. Se trata del elemento del colector que concentra la radiación solar y la transforma en calor. El agua se calienta en un contenedor hasta alcanzar los 200 grados centígrados. Una temperatura extrema necesaria para poder impulsar las denominadas máquinas de adsorción para generación de frío mediante calor en circunstancias de altas temperaturas en el exterior. "A diferencia de las neveras convencionales, no utilizamos electricidad para generar frío, sino que empleamos el calor", explica Núñez. En ambos casos, el resultado es el mismo. "Frío en forma de agua fría o –en nuestro caso- una mezcla de agua y glicol".

La tecnología aún no está a punto para su comercialización

Con las máquinas solares de generación de frío se refrigeran también, de forma experimental, espacios e incluso edificios enteros. Numerosos proyectos de investigación han mostrado ya con éxito cuánta energía pueden ahorrar los sistemas solares en comparación con las técnicas de generación de frío convencionales: entre un 50% y un 80%. Pese a las ventajas, los expertos también destacan que la tecnología todavía no está lista para irrumpir en el mercado. "Los costes de la instalación de unos sistemas tan complejos son todavía, sencillamente, demasiado elevados", afirma Ursula Eicker, de la Escuela Superior de Técnica de Stuttgart. En Alemania o Austria, la instalación de un sistema de refrigeración solar para una vivienda unifamiliar puede costar entre 30.000 y 40.000 euros. Es decir, el doble de una instalación de aire acondicionado convencional. Una suma de dinero que no está al alcance de una empresa de tamaño mediano en África. Mucho menos, si de lo que hablamos es de instalaciones industriales, de mayor tamaño y mucho más caras, y en las que los expertos sitúan el futuro de la tecnología.

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Los sistemas solares pueden hacer más llevadera la vida en las zonas rurales, donde a menudo no hay suministro eléctrico.Imagen: KfW-Bildarchiv

Dado que la tecnología funciona y la demanda existe, la refrigeración solar cuenta con un buen potencial para su implantación a medio plazo, explica Núñez. Especialmente, en lo que respecta a la climatización de edificios –precisamente, en un continente con tanto sol como el africano-. "Lo importante es difundir su uso lentamente y paso a paso", afirma el investigador del ISE. Sobre todo, es necesario implicar a la población. "Una parte de la producción debería desarrollarse 'in situ'; y hace falta contar con ingenieros capacitados para la instalación de los sistemas", remarca Núñez. En primer lugar, es importante que la gente se familiarice con las máquinas de frío solar y generar una conciencia alrededor de la necesidad de implementar la tecnología. Unas campañas de promoción de la refrigeración solar que deberían, al mismo tiempo, fomentar la construcción eficiente desde el punto de vista energético, aconseja Núñez: "primero hay que optimizar los edificios, después vendrán las instalaciones de frío solar. Ambas cosas van de la mano".

Sin programas de fomento público, como existen en Alemania, España y Austria, los sistemas de refrigeración solar no serán nunca competitivos, asegura la profesora Eicker. En el año 2007, apenas se habían instalado 81 máquinas de frío solar de gran tamaño en todo el mundo, casi todas en Europa. La mayoría, en edificios de oficinas. Para que pueda surgir un mercado para esta nueva tecnología, los gobiernos deben mostrar interés y facilitar el acceso al capital, como por ejemplo están haciendo en la actualidad países como Egipto y Marruecos.

Medios refrigerantes convencionales: 12.000 veces más contaminantes que el CO2

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Las neveras ecológicas hacen posible la refrigeración de medicinas en Suazilandia.

La sustitución de los sistemas de refrigeración convencionales es necesaria también por un motivo adicional: los medios refrigerantes y los propelentes de las espumas aislantes contienen hidrocarburos halogenados 12.000 veces más contaminantes que el CO2. Además, destruyen la capa de ozono. Los gobiernos europeos ayudan a los países en vías de desarrollo a sustituir dichas sustancias por otras respetuosas con el medio ambiente. Tal como figura en el Protocolo de Montreal, firmado en 1987, y por el cual un total de 180 países se comprometieron a abandonar el uso de sustancias perjudiciales para la capa de ozono. El Gobierno alemán, por ejemplo, ha puesto en marcha el programa Proklima, a través del cual coopera con 40 países –entre ellos, las naciones más pequeñas de África, como Suazilandia- en la fabricación de neveras ecológicas por parte de empresas locales. En todo el mundo, la iniciativa ha supuesto ya el ahorro de alrededor de 42 millones de toneladas de CO2.

La sustitución de los medios refrigerantes convencionales se completará en los próximos años, explica Eicker. "Podemos estar esperanzados. Se demuestra que la cooperación internacional para la protección del medio ambiente acaba dando resultado".

Autor: Torsten Schäfer
Redacción: Emili Vinagre