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El Reino Unido al frente de Europa: entre riesgo y oportunidad

1 de julio de 2005

Culpado por Francia y Alemania del estancamiento que sufre la Unión Europea (UE), precisamente Tony Blair asume a partir de este 1 de julio la presidencia de turno de la UE. Será un semestre crucial para Europa.

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Tony Blair asume la presidencia del Consejo Europeo.Imagen: dpa - Report

La presidencia británica comienza con el telón de fondo compuesto por el rechazo francés y holandés a la Carta Magna europea y la paralización sobre la decisión del marco presupuestario para el período entre 2007 y 2013. El desafío será encontrar respuestas para quienes dudan cómo gestionar los procesos de decisión y asegurar la capacidad de acción de la Unión.

Los analistas coinciden en que los británicos tienen en sus manos una opción histórica para la profundización de la integración europea, o bien para conducir el proyecto hacia un callejón sin salida.

"Soy europeísta"

Tony Blair quiere disipar las dudas sobre su compromiso con la Unión. Incansablemente insiste en que no olvidará la dimensión social de la integración y su carácter político. El mandatario destaca que no quiere convertir a la UE en una mera zona de libre comercio, como temen, por ejemplo, desde Alemania. Al mismo tiempo Blair se basa en el rechazo francés y holandés a la Constitución para interpretar a su mandato como la posibilidad de una renovación europea.

Gipfeltreffen in Berlin: Blair, Chirac und Schröder mit Galeriebild
Blair no quiere diferencias con Francia o con Alemania.Imagen: AP

Esta "nueva Europa" sigue el modelo liberal tradicional, que proclama "más mercado y menos Estado". Efectivamente, Blair se ve respaldado por su éxito doméstico. Curó al "paciente" Reino Unido y lo acercó al pleno empleo, redujo la pobreza y estableció el salario mínimo y una serie de medidas sociales que satisfacen a sus ciudadanos, aunque estén muy lejos de los sistemas de seguridad social de Alemania o de Francia.

Como dijo Blair hace pocos días ante el Parlamento Europeo, "no se trata de eliminar el sistema social, sino de adaptar sus contenidos a las circunstancias actuales para evitar un descenso irrecuperable" de Europa. El mandatario aboga por un "sistema social activo", que fomente la formación de las personas y sus posibilidades de empleo.

Superando las dudas

El frente del rechazo a Gran Bretaña que se notaba en la semana antes de que asumiera las riendas europeas parece estar cediendo a concederle el beneficio de la duda. Así, el comisario europeo para la industria, el alemán Günther Verheugen, apoya la iniciativa británica para modernizar el marco financiero de la UE, "para gastar dinero en lo que necesitamos, como crecimiento, empleo y capacidad de innovación".

Por otra parte, la presidencia de turno británica coincide con las negociaciones sobre la membresía europea de Turquía, defendida por Tony Blair en todos sus aspectos. Asimismo Londres quiere trasladar al espacio europeo su iniciativa de condonar la deuda externa de los países más pobres y de elevar la asistencia al desarrollo para combatir la pobreza.

Alemania escéptica

En Berlín, de momento, domina la cautela. En el fondo, el canciller Gerhard Schröder teme que Blair quiera "britanizar" a Europa. Es decir, desmantelar las redes sociales y retirar al Estado de la vida económica para entregar todo el poder a las empresas.

Muchos en Berlín temen que la idea originaria de la integración europea - un exitoso modelo social surgido de las cenizas de la Segunda Guerra Mundial- pase al olvido.

Symbolbild Gerhard Schröder Vertrauensfrage
Schröder, de momento un "adversario descafeinado" de Blair.Imagen: AP

No obstante, el impacto político del escepticismo germano podría ser limitado. Después de todo, en lo inmediato el canciller Schröder dejó de ser un contrincante, y estará más ocupado en salvar su futuro político en Alemania.

Se avecina por lo tanto un inesperado eje para decidir el futuro de Europa. El probable debate entre Londres y París no será menos apasionado, pero ambas partes saben que cierto grado de convergencia será imprescindible si no se quiere que las actuales fricciones en el seno europeo se transformen en una crisis insuperable.