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Desempleo: La prueba de fuego

7 de mayo de 2003

Con casi 4,5 millones de desempleados, Alemania enfrenta la necesidad urgente de aplicar reformas, pese a la resistencia de los sindicatos. Para la oposición, el país vive la "peor crisis laboral desde la guerra".

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El máximo jefe sindical alemán y el canciller:¿posturas irreconciliables?Imagen: AP

Una vez más, las estadísticas sobre el desempleo estremecieron hoy a Alemania: 4.495.200 personas sin trabajo se registraron oficialmente en el mes de abril. Y de poco consuelo sirve que la cifra haya bajado en 112.000 con respecto a marzo. Mucho más elocuente es el hecho de que haya habido esta vez 470.000 desocupados más que en abril del año anterior, porque este es un mes en que normalmente repunta la actividad económica germana, con el inicio de la primavera.

La reacciones a las sombrías novedades del mercado laboral han sido disímiles. Mientras para la oposición los últimos datos no hacen más que corroborar la ineptitud del gobierno que dirige Gerhard Schröder, en las filas oficialistas se subraya que los hechos ponen de manifiesto que no hay alternativa al programa de reformas que promueve el canciller. La discusión está al rojo vivo y también la polémica con los sindicatos, que se resisten a aceptar los dolorosos recortes de gastos sociales contemplados en los planes del ejecutivo.

Causa y efecto

Los dirigentes sindicales, tradicionales aliados del gobernante Partido Socialdemócrata, aseguran que echar por la borda conquistas laborales y sociales no constituye una solución a los problemas del país. Pero habría que hilar un poco más fino y analizar cuáles son los principales males que aquejan a la economía alemana. Ciertamente, la alicaída coyuntura internacional tiene parte de responsabilidad en la actual situación y también la guerra de Irak incidió negativamente. Sin embargo, hay razones estructurales imposibles de soslayar, que hacen que Alemania se vea más afectada que otras naciones industrializadas por los sobresaltos mundiales.

La alta tasa de desocupación, que se eleva al 10,8%, no es sólo producto de la debilidad económica, sino también una de sus causas. Porque hace subir a las alturas el monto de las prestaciones sociales del Estado, por ejemplo en cuanto a subsidios de desempleo y ayuda social. Los costos adicionales a los sueldos también han aumentado, mientras el poder adquisitivo de los particulares se reduce. En suma, urgen las reformas estructurales para salir del atolladero.

Reto personal

El proyecto del canciller Schröder, sin embargo, no sólo es objeto de una encendida discusión en el ámbito sindical. También entre los socialdemócratas arrecia el debate y el ala izquierda del partido intenta resistirse a los recortes previstos, recolectando firmas. Si bien todo parece indicar que el jefe de gobierno logrará imponerse ante sus huestes, la situación ya ha dado pie a que el secretario general de la opositora Unión Cristianodemócrata (CDU), Laurenz Meyer, insinuara que Schröder debería renunciar: "un canciller que se ve forzado por su propio partido a sostener congresos extraordinarios y conferencias regionales, en el fondo ha fracasado y debería despejar el camino para un nuevo comienzo", señaló el dirigente conservador.

Los sindicatos, por su parte, replican que no desean un cambio de gobierno, sino "de política". Queda por ver cuán eficaces resultan las propuestas que se proponen presentar como alternativa a la "Agenda 2010", que recoge los planes gubernamentales. De todos modos, será difícil que Schröder ceda, porque ha ligado la aplicación de sus proyectos de reforma a su propio prestigio, y ésta se ha convertido en una prueba de fuego para su gestión.