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Consejo alemán de prensa: ¿un tigre sin colmillos?

José Ospina Valencia20 de noviembre de 2006

A pesar de su loable tarea, el Consejo alemán de prensa “Presserat”, no tiene la mejor imagen. No son pocos los que afirman que no carece de cualquier efectividad. Pero más vale prevenir que curar.

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Un diario sensacionalista, pero muy leido.Imagen: AP

A 50 años de su fundación, que justamente se cumplen este 20 de noviembre de 2006, el Consejo alemán de Prensa, aparece como una institución sui generis en el medio periodístico alemán. Control, o más exactamente autocontrol, es la principal tarea del Presserat. Lo cierto es que a dicha institución nunca le ha molestado el calificativo de “animal destentado”, pues indica exactamente lo que piensa el ente, o sea que si pudiera, mordería.

Un periódico especial

“¿Le quitarán la cabeza?, preguntaba en enorme titular hace unos meses el diario sensacionalista Bild, el periódico de mayor tiraje en Europa. Se refería a la arqueóloga alemana, Susanne Osthoff, que fuera secuestrada por milicias en Irak quienes pedían el retiro de todas las tropas extranjeras del país.

Muchas quejas llegaron al Consejo de Prensa por dicho titular, que para muchos lectores, prácticamente sugería la decapitación de la rehén que más tarde fuera liberada. No es, sin embargo, tarea del Presserat, “fungir como policía de cada titular que se publique”, dice Lutz Tillmanns, director de la institución, quien agrega que “nuestro cometido es trabajar preventivamente”.

Siniestras recetas

El Presserat es, en efecto, la única institución alemana de autocontrol de la prensa. ¿Pero, hasta donde va ese control, aunque sea voluntario? Con motivo del cubrimiento del caso del “Caníbal de Rotenburgo” en la Alemania del 2003, la revista semanal Stern publicó drásticas descripciones de las prácticas del criminal que llevaron al comité del Presserat a amonestar la publicación por su “reportería sensacionalista”. Contar con lujo de detalles cómo el caníbal mató y preparó la carne de su víctima “trasciende el interés de los lectores”, falló en esa ocasión el gremio.

Un “Código de prensa” diseñado por el mismo Consejo, sirve de brújula a los periodistas, medios y consorcios editoriales en Alemania. Atenta un periódico contra dicho código, se hace merecedor a una amonestación pública, que aunque no pasa de ser simbólica cumple una función disciplinaria que afecta la imagen del infractor si no corrige y se disculpa públicamente por el error.

En efecto, en la década de los 80 todas las editoriales alemanas se comprometieron a hacer públicas las amonestaciones proferidas por el Presserat en las mismas publicaciones infractoras. ¿Pero… y si no lo hacen? El Consejo no las puede obligar, pues carece de medios y potestad jurídica. Pero lo que sí puede hacer es publicar su rechazo a aceptar los errores cometidos, a cumplir con lo que prometieron y a regirse por las normas alemanas de ética periodística.

Sanciones efectivas

La fortaleza de la autoridad que ejerce el Consejo alemán de Prensa surge del mero respeto que el gremio profesa por el ente. “Nuestras sanciones son efectivas y son tomadas en serio”, asegura Tillmanns. Bueno, la verdad es que no todos los medios toman a la letra ni el código de prensa ni el Consejo de la misma. El ya mencionado Bild tiene desde 2004 una cuenta abierta. De las amonestaciones que recibió en ese año, el diario se ha rehusado a publicar seis. Pero el Consejo no puede llamar en este caso a la policía.

La mezcla de noticia con publicidad pagada ha ocupado también al comité del Consejo. Un fenómeno que ha saltado de la pantalla grande a la televisión y de la televisión a la radio y la prensa escrita. El caso del diario berlinés Der Tagesspiegel es un ejemplo de lo variado de las reacciones al control periodístico en Alemania.

"Ofertas especiales" camufladas

Este rotativo publicó una serie de “ofertas especiales” de concesionarios de automóviles que se ganó la decidida amonestación pública del ente autorregulador. Dicho periódico publicó, según la regla, el llamado de atención, pero a su lado también estaba plasmada la razón por la cual el diario seguía considerando que la amonestación era injusta.

¡Aceptado!, atina a decir Tillmanns, “si a partir de la amonestación se genera una discusión pública sobre la publicación camuflada de publicidad pagada, no tenemos nada en contra”. Una cosa busca el Presserat que quede clara: “el gremio se basa en la buena voluntad de los periodistas, los medios y las editoriales y no es una instancia jurídica”. La convicción es que es una “demostración de civilización cuando para cumplir las leyes basta un llamado de atención y no la policía”.