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Biodiversidad en peligro

20 de octubre de 2010

No se debe aserrar la rama en la que uno se apoya, reza un viejo dicho. Pero eso es justamente lo que hace la humanidad con la naturaleza. La ONU busca soluciones a un problema que amenaza la vida en el planeta.

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Parque Nacional Korup, en Camerún.Imagen: DW

No es muestra de inteligencia, precisamente, acabar con lo que nos da refugio y sustento. Pero es lo que hacemos los seres humanos con nuestro planeta. Con casi siete mil millones de personas sobre la Tierra, el lugar para la vida se vuelve cada vez más escaso, no sólo para nosotros, sino, sobre todo, para la naturaleza. Para detener la acelerada destrucción del medioambiente se encuentran reunidos en Nagoya, Japón, los miembros de la Conferencia Internacional de Naciones Unidas para la Protección de las Especies.


Mayor tragedia desde desaparición de dinosaurios

De acuerdo con Elsa Nickel, del Ministerio Alemán de Medioambiente, “la comunidad internacional se había puesto el objetivo de frenar la extinción de especies hasta el año 2010, y aún no se cumplió con ese objetivo.” En realidad, sabemos lo que tendríamos que hacer, piensa Elsa Nickel, “pero la desaparición de la biodiversidad toma visos dramáticos. Los bosques naturales se desvanecen y casi no hay ríos de aguas limpias. La extinción de especies en los espacios vitales sigue, lamentablemente”, señala.

Y no se puede disimular que, día a día, se agotan más recursos naturales en un volumen que correspondería a 112 edificios como el Empire State Building. Un tercio de todas las especies animales y vegetales está amenazado. Y diariamente se extinguen 130 especies para siempre.

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La Conferencia de la ONU trata de formular metas para proteger a las especies en extinción.Imagen: AP

En la Conferencia Internacional sobre Protección de Especies en Nagoya, la intención de los estados miembros de la ONU es cumplir con su promesa y frenar este lamentable proceso que los científicos consideran la mayor extinción de especies desde que desaparecieron los dinosaurios, hace 65 millones de años.

A todos les queda claro que “las consecuencias serán aún mayores si no decidimos asegurar que sobreviva la biodiversidad de forma sostenible y duradera”, piensa Manfred Niekisch, director del Jardín Zoológico de Fráncfort y miembro del Consejo de Expertos en Asuntos Medioambientales. “Y no sólo serán carísimos los gastos derivados de la extinción de especies, sino que, además, ya no se podrá reparar con dinero el daño ocasionado”, añade. Según él, la pérdida de suelos fértiles es algo que no se soluciona con algunos millones de euros o dólares.

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También es necesario poner coto a la pesca y proteger a los peces.Imagen: picture-alliance/dpa

Salvar el planeta es una cuestión política y no científica

No se trata tanto de la pérdida definitiva de ciertas especies animales y vegetales, sino que ecosistemas enteros se encuentran amenazados. Por eso, la solución no puede consistir en crear reservas naturales para salvar a algunas especies de la extinción durante un par de años, explica el director del zoológico de Fráncfort. “Por cierto, las zonas protegidas tampoco son la solución para la biodiversidad. Son la base, pero nada más. Lo que necesitamos son medidas muy diferentes, como una reforma total de la agricultura mundial y de la política pesquera. Y eso es, ante todo, una cuestión política, no científica”, subraya Manfred Niekisch. La voluntad política para lograr ese cambio se pone a prueba en Nagoya. Se espera que, al finalizar la Conferencia, se hayan formulado veinte objetivos estratégicos para la próxima década. Está por verse si tendrán más éxito que el objetivo de frenar la extinción de especies hasta 2010.

Y, con vistas a la próxima Cumbre Climática en Cancún, en diciembre de este año, es mucha la presión para llevar adelante las negociaciones, como afirma Elsa Nickel: “Por un lado, los ecosistemas intactos son excelentes reservas de CO2. Los bosques y praderas vírgenes almacenan dióxido de carbono y amortiguan con él el cambio climático. Por el otro, si esos bosques se destruyen, si los pantanales y humedales se reducen hasta desaparecer, se liberan enormes cantidades de gases muy nocivos para la atmósfera, es decir, para el clima”, aclara Elsa Nickel. Al liberarse dióxido de carbono, el cambio climático se acelera. Por eso, en lo que respecta a las medidas a tomar, hay consecuencias directas que resultan perjudiciales tanto para la supervivencia de las especies como para el clima de nuestro planeta.

Autora: Helle Jeppesen/ Cristina Papaleo

Editora: Emilia Rojas-Sasse