Al pueblo pan y circo

Los modelos han tenido éxito en otros países. Lo que en España es "Operación Triunfo" o en Estados Unidos, "American Idol- The search for a Superstar" en Alemania se llama "Alemania busca a una superestrella" y se ha convertido lo mismo que en los países citados, en una popular serie que semana con semana convoca a millones de personas frente a los televisores. Los televidentes, la mayoría adolescentes y adultos jóvenes, eligen entonces vía telefónica, conjuntamente con un jurado conformado por celebridades del mundo del espectáculo, a los afortunados que pasarán a la próxima ronda y que al final del camino se convertirán en las estrellas de la canción alemana. Una estrella por lo demás, casi siempre bastante fugaz.

Nace una estrella

Toda una nación los conoce aún cuando no lo quiera, y es que se habla de ellos por todas partes. La televisión, la prensa sensacionalista, incluso los periódicos y revistas más serias no pueden evitar el tema. La búsqueda de la "superestrella" se ha convertido en una verdadero fenómeno de medios, que al final tiene una explicación bastante simple: la cuota de audiencia. Con el fin de que el número de televidentes se mantenga a niveles altos, se "crea" un flujo de información constante sobre los participantes. Todo el mundo está enterado de los más mínimos e íntimos detalles de su vida, aún sin que en realidad existe un interés por saber de ellos. Al final muchos sucumben y se convierten en víctimas colaterales de la ingeniosa maquinaria de publicidad. Aún cuando resulte falsa la imagen de que toda una nación sigue de cerca su suerte, la realidad es que todos los conocemos o hemos oído hablar de ellos.

Sólo el camino importa

El mundo de los concursos ha desarrollado una dinámica propia que se caracteriza por su creciente fugacidad. Ni siquiera ha terminado el actual concurso para encontrar al joven talento y ya se está preparando el siguiente certamen que comienza en otoño próximo. Parecería que lo que le interesa al público no es descubrir verdaderamente un nuevo talento, sino simplemente la diversión que produce la selección del afortunado. El interés por el producto es mínimo. Así es de preverse que lo mismo que la vida de Daniel Küblböck - un joven de 17 años, más famoso por sus extraña forma de ser que por sus dotes de cantante - que mantuvo en vilo a "toda una nación" durante las últimas semanas, caiga en el olvido tan rápido como surgió, después de que no lograra llegar a la ronda final del concurso. En cambio si llegaron Juliette y Alexander, que la semana entrante se disputarán el título de la superestrella de la canción alemana, para, probablemente, después caer en el olvido.