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Destierro de alemanes: una herida abierta

José Ospina Valencia23 de septiembre de 2003

La disputa sobre la construcción de un centro en memoria de los alemanes desterrados durante y después de la Segunda Guerra Mundial pone las relaciones germano-polacas en aprietos.

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Las apariencias engañan.Imagen: AP

El vecino oriental de Alemania más sensible es Polonia. La historia de ambos países ha estado llena de injusticias y reconciliaciones. La Segunda Guerra Mundial dejó desterrados a 15 millones de alemanes de Polonia, la República Checa y el Este alemán. A casi medio siglo de haber terminado la guerra las relaciones entre ambos países son todo menos normales. La directora de la Federación alemana de Desplazados, Erika Steinbach, indica que "aunque la dictadura nazi y la guerra posibilitaron el destierro de la ciudadanía alemana de Polonia, su exilio obedeció a un plan de limpieza étnica de las autoridades polacas." Steinbach, es parlamentaria del Partido Cristiano-demócrata y representa una línea dura frente al destierro de alemanes que es aún una herida abierta en ambos países. No pocos dicen que se abolió el nacionalismo sin acabar con los nacionalistas, en sendos países.

Cultura politizada o política cultural

El desalojo de los alemanes de sus tierras en el Este europeo es instrumento predilecto de los intereses políticos. Mientras los conservadores alemanes lo utilizan para despertar compasión, los socialdemócratas y Verdes lo muestran como funesta consecuencia del radicalismo de extrema derecha. Pero una cosa son los deseos y otra la realidad. En torno a la construcción de un "Centro de Desplazados" en memoria de las víctimas se ha desatado una batalla que empezó con argumentos culturales y se ha convertido en lucha partidista que ha sobrepasado incluso, las fronteras alemanas.

¿Temores infundados?

Los recelos son grandes. En reciente visita a Polonia, Erika Steinbach no logró convencer a sus anfitriones de que en el planeado centro se quiere mostrar también la historia desde el punto de vista polaco. Ante la controvertida - y no menos ambigua - postura de la Directora de la Federación alemana de Desplazados, Oleksy, antiguo jefe de Estado polaco, expresó sus dudas de que esa organización "abogue por el respeto de las fronteras del territorio polaco".

Steinbach dejó en la vecina Polonia la impresión de que es ella la que tiene la última voz en las decisiones sobre la construcción y el concepto del mencionado centro y no el Gobierno alemán a cargo de Gerhard Schröder. Por lo que la revista semanal polaca "Wprost" (Directo) no tardó en ridiculizar la imagen de Steinbach y de paso la de Schröder. En su última portada aparece la señora Steinbach en uniforme de jinete nazi "al lomo" del canciller alemán que – en civil – le sirve de caballo de troya. "A Erika Steinbach le debemos que las relaciones germano-polacas se hayan vuelto trizas", dijo el jefe de redacción, Piotr Gabryel. Aún así, críticos de todas las procedencias advierten que quien quiera, de verdad, reconciliarse pone "a palabras necias oídos sordos."

Zentrum gegen Vertreibungen Erika Steinbach
Imagen: AP

Entretanto Gerhard Schröder y Leszek Miller, Primer Ministro polaco, se pusieron de acuerdo en que si se ha de fundar un Centro de Desplazados, se haga en una ciudad más neutral como Estrasburgo. El acuerdo se logró durante un partido de fútbol.