El "Pacto Andino", un factor de poder en la política alemana

Es una de las leyendas más picantes de la política alemana de las últimas décadas y además, según algunos, dio origen a uno de los grupos políticos más poderosos del país en este momento. Todo comenzó el 29 de julio de 1979, a bordo de un avión DC8 que cubría el vuelo VA 930 de la línea aérea venezolana Viasa entre Caracas y Santiago de Chile.

Jóvenes ambiciosos

Entre los pasajeros figuraba un grupo de jóvenes alemanes que realizaban un viaje formativo por tierras latinoamericanas a expensas de la Fundación Konrad Adenauer, ligada a la Unión Cristiana Demócrata. Al frente de la delegación iba Mathias Wissman, quien había preparado para los muchachos un programa lleno de actividades de principio a fin.

A bordo del avión, los jóvenes entre los que figuraba el actual ministro alemán de Defensa, Franz Josef Jung estaban aburridos, cansados y malhumorados. Apareció de algún lado una botella de whisky y los ánimos mejoraron de manera notable. Surgió entonces la idea, entonces jovial, de formar una logia que quedaría sellada bajo un nombre alusivo a la ubicación del avión. Así se formó el llamado “Segundo Pacto Andino”.

El propósito inicial del grupo era “dotar de humor a la política”. Pero con el tiempo surgieron metas más ambiciosas. Y aquí comienza la leyenda. Se dice que ya desde aquel vuelo sobre la cordillera andina los jóvenes cristianodemócratas se juraron lealtad y mutua protección. Ya tenían en la mira la llegada al poder.

Derrota ante Merkel

Más miembros de las juventudes conservadoras se incorporaron al grupo; entre ellos, Roland Koch y Christian Wulff, hoy ministros presidentes (gobernadores) en los estados de Hesse y Baja Sajonia. El Segundo Pacto Andino llegó a tener jerarquía notable. En los corrillos de la política germana se cuenta que, en el preámbulo de las elecciones realizadas en 2005, la logia intentó bloquear la candidatura de Angela Merkel. Y estuvo a punto de lograrlo, al grado de que la actual canciller tuvo que reconocer: “No di al Pacto Andino la importancia debida”.

Según la revista alemana Cicero, especializada en política, Koch llegó al extremo de telefonear a la entonces jefa del partido y de espetarle, a gritos, que no tenía derecho ni apoyo para presentarse como candidata. Pero al final ella triunfó.

Con una hábil estrategia destinada a presentar al Segundo Pacto Andino como una alianza oscura y misógina, Merkel ubicó a la perspectiva de género en el centro de la discusión política. Un reportaje al respecto publicado por el semanario Der Spiegel selló el curso de las candidaturas y, a la postre, de la elección.

Alianza a prueba

Hoy se vuelve a hablar de esta asociación informal entre políticos cristianodemócratas, debido precisamente a las elecciones llevadas a cabo en Hesse y Baja Sajonia. El resultado de los comicios, se dice, pondrá a prueba la lealtad jurada en aquel avión de Viasa, en 1979. Pese a una campaña ruidosa y de bajo nivel, en la que por cierto recibió el apoyo de la canciller, Koch podría perder su mandato en Hesse.

Wulff, en cambio, ganó de modo soberano en Baja Sajonia y lo primero que hizo fue deslindarse de la estrategia de su aliado. Y podría seguirlo haciendo. No son pocos quienes ven en Christian Wulff al “canciller de reserva” en la CDU y, debido a tales aspiraciones, podría desmarcarse de Koch abjurando así del Segundo Pacto Andino.

La formación del grupo es asumida por algunos con ánimo conspiratorio. No contribuyó a la claridad el que sus integrantes reconocieran formalmente la existencia de esta alianza hasta 2005.

Desde entonces, la versión oficial es que se trata de un grupo reflexivo en el que, alejado de protagonismos, se discute la situación actual de la política alemana. Sus alcances objetivos se verán dentro de poco, en la medida que los destinos de Koch y Wulff, hoy los miembros más prominentes se alejen o se estrechen. El Segundo Pacto Andino permanece como factor activo en la política alemana. El poder unió a sus miembros, y sólo el poder podrá separarlos.