¿Quién para la bioinvasión?
21 de enero de 2008En la aracnofóbica Alemania cunde la alarma: las arañas venenosas de la especie cicurina cicur, de unos siete milímetros y parecida a la tarántula conquistan los estados federados de Baden-Württemberg y Baja Sajonia. Su dolorosa picada puede dejar paralizada la mano de un ser humano, si bien por poco tiempo. Provienen originalmente del Mediterráneo y han llegado a territorio alemán atravesando los Alpes, probablemente, a bordo de contenedores. El aumento de la temperatura promedio debido al cambio climático favorece su proliferación.
“Para el futuro cercano pronosticamos la introducción –sobre todo proveniente del Asia, con quien mayor comercio hay- de una especie nueva de araña por año”, informó a la revista Focus, Wolfgang Nentwig, director del Instituto de Zoología de la Universidad de Berna.
Aparte de los arácnidos, a los zoólogos alemanes les preocupa la presencia de un guapo escarabajo de alas con puntitos y de antenas blanquinegras: el escarabajo asiático de antenas largas, el anoplophora glabripennis. Carece aquí de enemigos naturales que impidan que haga de árboles sanos su casa, y acabe con ellos.
Las especies siempre han migrado
Las migraciones naturales, que siempre ha habido, se dan lentamente y las delimitan las aguas, las montañas o el hielo, o cualquier entorno contra el cual la especie no puede. Las migraciones actuales, por el contrario, se producen con una rapidez alucinante. Por ello –y también porque las especies nuevas suelen ser más grandes que sus homólogas europeas- pueden establecerse casi sin problemas.
Pero ésta es una invasión
Los científicos alemanes no se ponen de acuerdo: entre 700 y 2000 oscila el cálculo de nuevas especies vegetales y animales que han llegado en el último siglo a territorio alemán. Y siguen llegando, y por todos lados: en camiones, en barco, en avión. Sólo al puerto Hamburgo llegan anualmente cinco y medio millones de contenedores, y según Joachim Schliesske del Instituto de Botánica aplicada de la Universidad de Hamburgo, “en cada uno puede haber algo”. Los científicos están preocupados. Y, por lo menos hasta el momento, nada se puede hacer contra la bioinvasión.