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El legado de Günter Grass

Itzel Zúñiga16 de octubre de 2007

Lejos de críticas o discrepancias hacia la figura del escritor alemán, en el marco de sus 80 años diversos autores latinoamericanos coinciden: "El tambor de hojalata" es una de las grandes obras de la literatura mundial.

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El autor poco antes de cumplir 75 años de existencia.Imagen: dpa

Hablar de Günter Grass es hablar de una autoridad política y un referente de las letras y la cultura germanas, pero sobre todo de “la conciencia de su pueblo”, el cual, en el fondo, siempre se siente un poco culpable. Así lo describe la escritora uruguaya Cristina Peri Rossi.

“Se ha empeñado en una tarea literaria casi infinita que es narrar la historia de la Alemania contemporánea, lo que equivale a decir la de la humanidad en el siglo XX porque ese país ha sido el epicentro de la historia europea en el último siglo”, dijo Peri Rossi, radicada en España.

La producción artística de este intelectual alemán –quien en su 80 aniversario “amenazó” a sus detractores con que habrá Grass para rato- no sólo abarca novelas en las que describe las páginas duras de los anales germanos o temas controvertidos de manera abierta, sus creaciones además comprenden poemas, dibujos, grabados y esculturas.

El peso de una pluma

Para el chileno Pablo Simonetti, Grass será recordado como un gran literato más que como un testigo lúcido del siglo pasado. “Lo ensalzamos por su fraseo contaminante, del cual ningún escritor que lo haya leído podrá librarse nunca. Lo celebramos por el lirismo y la inteligencia de su obra, no por una política adecuada a los tiempos”.

La principal aportación de El tambor de hojalata, su novela más conocida, es la fantasía porque “descubre un personaje que no quiere crecer”, según la escritora Elena Poniatowska, quien también explicó la importancia que tuvo este libro dentro de la literatura mexicana.

“En México pesó mucho. (Fue) una obra que Juan Rulfo leyó y que le gustó mucho, además él consideraba a Grass su amigo y éste, a su vez, decía que era un gran admirador del autor del Llano en llamas”, afirmó.

Como ejemplo, relató que ambos escritores estuvieron juntos en el Festival Horizonte en Berlín en 1982. “A la hora en que Rulfo tenía que leer su discurso se dio cuenta de que había olvidado sus anteojos, quién sabe donde, entonces le pidió prestados los suyos a Grass”.

Un Nobel no leído

No obstante, no todos conocen su trabajo. El escritor colombiano Fernando Vallejo jamás lo ha leído. “No puedo dar una opinión porque no conozco su obra”, acotó el autor de La virgen de los sicarios. “Desde que empecé a escribir, hace 25 años, dejé de leer literatura”.

Por el contrario, Poniatowska, llamada en México “La princesa de la izquierda” por su apego a las causas sociales y por ser hija del último rey de Polonia, incluso tuvo en su casa al sur de la capital mexicana al Nobel de Literatura 1999.

“Una vez vino a comer a mi casa, hace muchos años. Al final, yo quise regalarle un tambor, pero me dijo que no me lo aceptaba porque ya había recibido muchos, que todo mundo le había dado alguno”, recordó.

Un autor comprometido

De acuerdo con Peri Rossi, “lo que tenemos que agradecerle a Grass es que en una época de literatura comercial, débil, siga sosteniendo con su obra el carácter eminentemente comprometido del escritor con el tiempo que le tocó vivir”.

Por su parte, Simonetti resta importancia al pasado del creador de la Trilogía de Danzig.

“Estoy seguro que Óscar Matzerath trascenderá la mezquina polémica sobre su pertenencia a la SS. ¿Qué importancia puede tener esa triste mentira al compararla con la magnificencia de El Rodaballo o El tambor de hojalata?”, aseguró el creador de Madre, que estás en los cielos.