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Merkel en Groenlandia, la tierra en donde la nieve ya no es eterna

José Ospina Valencia / Agencias16 de agosto de 2007

La canciller alemana, Angela Merkel y el ministro de Medio Ambiente, Sigmar Gabriel, están en Groenlandia para ver con ojos propios cómo en el “frente climático” los glaciares se desmoronan y las praderas reverdecen.

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Bahía de Ilulissat, en Groenlandia. Ahora casi tan verde como en la Edad Media.Imagen: picture-alliance/ dpa
El objetivo del viaje es hacerse una idea más concreta del cambio climático. Un propósito que ha movido a la oposición a pedir que para entender mucho mejor la gravedad del problema global, “Merkel bien hubiera podido irse a parar en medio de las gigantescas inundaciones que azotan a Asia por estos días”.

Ilulissat, un pueblo danés de unos 4.500 habitantes, no es precisamente un lugar que atraiga a los encumbrados de la política internacional. Pero el cambio climático obliga, a menudo, a cambiar la ruta. Pero, al fin y al cabo Ilulissat es la tercera “ciudad” más grande de Groenlandia.

Calores polares

Dos días permanecerá en la gran isla de los fiordos el dueto alemán preocupado por el Medio Ambiente. Pero tan nórdica como es Groenlandia, tan afectada resulta del ya omnipresente cambio climático. La nieve se derrite en Groenlandia mucho más rápido que en cualquier parte del mundo. La temperatura promedio de la isla ha subido en los últimos 10 años en más de 1,5°. Mucho más que el ascenso global de las temperaturas cifrado en 0,74 grados.

La canciller Merkel va a poner en claro “cuáles son los retos que la humanidad tiene en hombros”, reza un comunicado leído ante los medios por su vocero Ulrich Wilhelm. Desde luego que el interés de la mandataria por el Medio Ambiente es genuino, se apura a agregar Wilhelm.

De la responsabilidad de Alemania y el mundo

No en vano, Angela Merkel fue ministra del rubro bajo el canciller Helmut Kohl y tiene un doctorado en física. A eso se suma que durante la presidencia del G-8 Alemania asumió la responsabilidad de continuar tratando el tema del cambio climático.

La canciller alemana viaja pues al “frente climático”, en calidad de invitada del primer ministro de Dinamarca, Anders Fogh Rasmussen. Un jefe de Estado que, por lo demás, siempre descuidó el Medio Ambiente hasta que se vio confrontado con el “derretimiento” de Groenlandia, territorio danés de ultramar que es mucho mayor que la “madre tierra”. Dinamarca es otro de los países que no ha apoyado decididamente el Protocolo de Kyoto.

Ahora Rasmussen quiere, al parecer, recobrar terreno perdido, como también lo demuestra la firma de un pacto con Suecia “a favor de la lucha contra el cambio climático y por más empleo, crecimiento y bienestar”.

La catástrofe ante los ojos del mundo

Entre las cosas que el mandatario danés le quiere mostrar personalmente a Merkel y compañía hay algo impresionante, mucho más que verlo por televisión: un glaciar del fiordo de Ilulissat que se desmorona incesantemente en inmensos pedazos ante los ojos del mundo como consecuencia de las altas temperaturas causadas, muy probablemente, por la contaminación ambiental.

Pero el viaje de Merkel genera más crítica que admiración en la oposición alemana. La jefa de la fracción parlamentaria de Los Verdes espera de Merkel, “más sustancia, planificación y recursos financieros para su política ambiental que viajes con imágenes espectaculares”.

Un desierto de hielo reverdece

Los tiempos cambian. Apenas en julio pasado, científicos reportaron en la revista Science el surgimiento de bosques en Groenlandia y la vista en vuelo de mariposas, hasta ahora desconocidos allí.

Alrededor del año 800, cuando los vikingos incursionaron en Groenlandia, encontraron en el sur tierras verdes, ese color que le dio el nombre a la isla. Un verde que pronto desaparecería bajo las nieves "perpetuas". El comienzo de esas heladas desterró a los vikingos de la verde Groenlandia de la Edad Media. El mismo país que hoy vuelve a reverdecer.