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¿Víctimas de su propia música?

JAG11 de febrero de 2007

La música puede ser un placer para el que escucha. Pero también una carga para el oído. Muchos músicos profesionales necesitan protegerse de su música para evitar problemas auditivos.

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Tráfico urbano, una de las causas del estrés por el ruido.Imagen: APTN

Hace unos años, la Unión Europea promulgó las directrices para la seguridad en el puesto de trabajo, incluido el control del ruido que provoca estrés a los trabajadores. Sin embargo estas directrices pueden no ser aptas para todos. Uno de los retos de la UE fue la regulación para la industria del ocio, cuya función es a veces generar ruido. ¿Qué pasa con los músicos?

Estrés en el trabajo

Para cualquier miembro de una orquesta de cámara, la música suena constantemente. Tanto ejercicios, como ensayos e interpretaciones forman parte del día a día. Pero mientras para el que escucha, la música supone un placer para los oídos, cierto es que el volumen no es bajo. La mayoría de los músicos están sometidos al estrés por el alto volumen, no sólo de sus instrumentos, sino también de los de sus compañeros.

El volumen en una orquesta supera normalmente la frontera de lo saludable. Así lo mencionó el físico suizo Beat Hohmann en un estudio encargado por una compañía de seguros. Según sus mediciones, la carga acústica de los metales resulta especialmente problemática. Instrumentos como trompetas o trombones alcanzan una media de 95 decibelios. El valor más alto permitido es de 85 decibelios, aunque se considera que ya con 80 deberían tomarse medidas.

Protección contra la orquesta

Como consecuencia, los músicos padecen frecuentemente problemas en el sistema auditivo. El Instituto de Medicina para Músicos de Freiburg considera que dos tercios de los músicos profesionales padecen este tipo de dolencias, y tan solo la sexta parte toma medidas para reducir la carga acústica.

Uno de los dispositivos más usados es un sistema de protección auditiva con forma cónica compuesto por membranas. A diferencia de los clásicos tapones de cera o espuma, que distorsionan la calidad auditiva, éstos son regulables atendiendo al número de decibelios a los que el músico esté sometido. Por eso hay modelos optimizados para cada tipo de sonido: desde para guitarristas o cantantes, hasta para bateristas.

Mientras al músico de orquesta le va en ello la profesión, en la vida moderna el problema va más allá. A los 80 decibelios del despertador por la mañana o el tráfico en la ciudad, se suman los 100 del reproductor de Mp3 o los 110 de un martillo neumático en una zona de obras.

Y si los clásicos necesitan protección para escuchar a Tannhauser o las Valkirias, peores consecuencias podemos imaginar para aficionados al Punk, Rock, Drum`n Bass u otras corrientes más "ruidosas". Mientras tanto, muchos no atienden al riesgo. Y es que… ¿No sería paradójico imaginar a Marilyn Manson y sus fans protegiéndose de su propia música?