Jubilación con 67

Para el Gobierno y las patronales, el aumento de la edad mínima de jubilación es imprescindible, por una sencilla razón: el desarrollo demográfico en Alemania. Por un lado vienen al mundo cada vez menos niños; por otro, las expectativas de vida aumentan.

Como el sistema de jubilaciones en Alemania está basado en un “contrato entre las generaciones” (es decir, que las jubilaciones no se pagan con los aportes propios capitalizados, sino con los aportes de la generación joven), esa evolución supone necesariamente que cada vez menos personas jóvenes deban financiar a cada vez más jubilados.

El desarrollo demográfico es implacable. Una vez en movimiento, ya no se puede detener. Con la disminución del número de nacimientos en las últimas décadas en Alemania, en la sociedad alemana habrá muy pronto más jubilados que personas activas. Simultáneamente los jubilados cobran renta durante más tiempo.

En Alemania se cuenta con que la población total, hoy de 82 millones de habitantes, disminuya a 75 millones en el año 2050. El porcentaje de niños y jóvenes disminuiría entonces de 21 a 16 por ciento. De cada 100 personas activas 44 tienen hoy más de 60 años de edad, en el año 2050 serían 78.

Opciones aparentemente claras

Si no se eleva la mínima de jubilación, no será posible mantener los aportes a las cajas de jublación por debajo del 20 % de los ingresos brutos, dicen los políticos. Si a ello se agregan impuestos a los ingresos de unos 30 % en promedio y el IVA, del 19 %, el poder de compra de los consumidores termina siendo bastante reducido.

Las opciones son entonces dos: o disminuye el nivel de las jubilaciones o se alarga la vida laboral, exigen numerosos expertos. Incluso se habla de extender la vida activa hasta los 70 años de edad.

Contra ello protestan naturalmente los sindicatos y las fuerzas políticas más a la izquierda de la socialdemocracia, que actualmente forma parte del Gobierno. Los argumentos en contra de un aumento de la edad mínima de jubilaciones no dejan de tener también plausibilidad.

No sólo debe considerarse la manutención de los viejos por parte de los jóvenes, dicen los críticos. También los niños y jóvenes deben ser mantenidos, pues necesitan kindergarten, escuelas, universidades y mucho más. Por ello, agregan, sólo la relación entre la suma de viejos y jóvenes con respecto a la población activa refleja la verdadera carga financiera para la sociedad. Y ésta no es tan negativa como la primera cifra.

La teoría y la realidad

Otro aspecto es que si bien la edad mínima para jubilarse es teóricamente hoy de 65 años, la edad real de jubilación (es decir incluyendo las prejubilaciones y numerosas excepciones a la regla) es de 60 años. Si se logra que la gente se jubile realmente a los 65 años, eso bastaría para contrarrestar el efecto del desarrollo demográfico, dicen los críticos.

Agregan que además en los modelos actuales no se tiene en cuenta el aumento de la productividad. Un aumento del 1,25 % por año haría que dentro de 50 años cada persona activa produjera un 86 % más que hoy. Ello podría repartirse justamente entre jóvenes y viejos y nadie tendría que limitarse, concluyen.

Argumentos van y argumentos vienen. Al final lo que queda es que efectivamente los habitantes de Alemania tendrán que hacerse a la idea de jubilarse más tarde, si la ley es aprobada. Por otra parte, más allá de todos los cálculos, si bien mucha gente lamentará no poder jubilarse antes, otra estará contenta de poder seguir integrada en el mundo laboral.