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Investidura de Correa: “Europa estuvo vergonzosamente representada”

Alexander Göbel - LBM16 de enero de 2007

Gregor Gysi, líder de la izquierda alemana, estuvo presente en la toma de posesión de Rafael Correa en Ecuador. DW-WORLD habló con él sobre América Latina, los cambios y las relaciones con Europa.

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Gregor Gysi (izq.) y su compañero de filas Oskar Lafontaine.Imagen: AP

Gregor Gysi: uno de los representantes más carismáticos que tiene la izquierda a la izquierda de la izquierda alemana. Comunista todavía de corazón, dirige actualmente el partido de izquierda Die Linken, que trata de ser la alternativa social a las reformas propuestas por los socialistas de Gerhard Schröder.

DW: Un socialista en Nicaragua, presidentes de izquierda en Bolivia, Venezuela, Brasil... ahora Ecuador... ¿se ha dado el último gran paso en dirección al socialismo latinoamericano del siglo XXI, tal y como reclama Hugo Chávez?

Georg Gysi: No creo que éste sea el último paso, pero sí que de alguna forma se está iniciando una nueva era. No se trata simplemente del proceso formal de cambiar a un presidente por otro, sino que tras todo esto hay una sociedad que exige que se produzca un cambio profundo. Un cambio político, económico y social.

Socialmente hablando, la situación en América Latina siempre ha sido muy injusta, pero hasta ahora no se han podido llevar a cabo las transformaciones necesarias. Sin embargo, hoy el deseo de independencia con respecto a Estados Unidos ha crecido enormemente y la clase política anterior está desacreditada por los escándalos de corrupción. América Latina cuenta con recursos naturales muy importantes y reclama ahora que sus beneficios repercutan en el bienestar de la población y se dejen notar entre las clases más bajas.

DW: Correa, el nuevo presidente ecuatoriano, ha declarado que llevará a cabo reformas democráticas radicales y pondrá fin al sistema neoliberal. ¿Qué posibilidades de éxito le concede a Correa?

G. G.: Correa es un intelectual, pero un hombre muy decidido y en ningún caso asustadizo. Lo demostró en su toma de posesión. Sin embargo, también hay que tener en cuenta que existen fuerzas que actúan en su contra. No debemos olvidar que Correa ha ganado el proceso electoral contra el hombre más rico de Ecuador. Es una transformación de fondo. Yo he oído como la gente aplaudía al presidente cuando presentó a sus ministros. De 18 ministros nombrados por Correa, ocho son mujeres. ¡Y estamos hablando de Latinoamérica! Algo así no había sucedido aquí jamás. Y después, cuando Correa presentó algunas viejas caras conocidas que quería tener en su gobierno para darle continuidad hubo abucheos. La gente quiere cambios. Se está gestando una nueva idea. Yo ya dije en 1990 que la nueva era llegaría de América Latina y parece que así va a ser.

DW: Entre los invitados a la toma de posesión de Correa se encontraba también el presidente iraní Ahmadineyad AhmadineyadAhmadineyad, ¿qué opina de ese acercamiento de América Latina a Irán?

G. G.: Es un poco difícil de comprender, pero el fondo de la cuestión es que, en América Latina, Irán es contemplado como un país que lleva a cabo una lucha frontal contra el dominio de Estados Unidos. Eso es lo primero que salta a la vista. Irán por su parte intenta evitar un aislamiento internacional como el que vivía Irak antes del ataque estadounidense, que pudiera facilitar una reacción militar en respuesta a su programa nuclear. Y romper el aislamiento lo intenta con dinero. Pero mi impresión es que en la investidura de Correa, Ahmadineyad estuvo bastante aislado. No vi que el presidente hablara mucho con él. Todos los jefes de Estado fueron invitados y cuando Ahmadineyad aceptó la invitación ya no se podía hacer nada.

DW: Eso quiere decir que tendremos que esperar aún para saber si Rafael Correa se muestra tan abierto a las propuestas iraníes como Daniel Ortega o Hugo Chávez...

G. G.: Bueno... no lo creo... los motivos de Ortega y Chávez son más bien económicos, por lo que el tema político trata de dejarse un poco de lado. Eso es lo que yo sé... pero no he tenido la oportunidad de hablar detenidamente con ellos sobre el tema. Con Ortega pude conversar un poco, pero hemos quedado en que hablaremos con tranquilidad cuando alguno de nosotros viaje a Nicaragua o cuando él venga a Alemania.

DW: Desde Berlín se observa con cierto resquemor el avance de estos populismos, socialismos o cómo se les quiera llamar... ¿podría la cooperación para el desarrollo entre Alemania y América Latina verse afectada por los cambios políticos?

G. G.: Desde el punto de vista alemán, América Latina ha estado siempre en el último lugar en lo que a cooperación para el desarrollo se refiere. El interés por Asia siempre fue mayor. El interés por África siempre fue mayor. América Latina está lejos, a lo que se sumó la influencia de Estados Unidos: Latinoamérica fue siempre considerada como el patio trasero de Estados Unidos. Pero en América Latina están sucediendo muchas cosas, cosas en ámbitos que nos interesan. En Bolivia, donde la mayor parte de la población es indígena, ha sido por primera vez elegido un presidente que también es un indígena. Los procesos que se están llevando a cabo aquí son muy emocionantes. Y deberíamos de tener más curiosidad por ellos.

Europa ha estado [en la toma de posesión de Correa] vergonzosamente representada. Asistieron los presidentes de Brasil, de Colombia, de Bolivia, de Venezuela, de Nicaragua... un ministro de Desarrollo belga y yo [risas] Salvo en el caso de España, por supuesto. España es aquí la excepción. Digamos que estuvieron presentes el príncipe de España, un ministro de Desarrollo belga y Gregor Gysi. Lo considero bastante insuficiente para representar a Europa en un acto de la relevancia de éste.

DW: ... más teniendo en cuenta que Alemania ostenta este semestre la presidencia de la Unión Europea y Berlín no envió a nadie...

G. G.: El problema de hacer esas cosas es que da la impresión de que no nos interesan en absoluto. Y yo le digo: aquí no se ha producido un simple cambio de presidente, sino un cambio de era. O por lo menos eso es lo que espera la población.