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Kaczynski en Berlín: diferencias entre Polonia y Alemania

Pablo Kummetz30 de octubre de 2006

Merkel recibió cordialmente al primer ministro polaco, pero las relaciones entre ambos países siguen tensas. En Alemania se hace responsable a los conservadores polacos. También Washington le echa la culpa a Varsovia.

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Angela Merkel (der.) y Jaroslaw Kaczynski.
Angela Merkel (der.) y Jaroslaw Kaczynski: consenso imposible.Imagen: AP

El gobierno alemán no apoya los reclamos de personas individuales ante el Estado polaco de que se les devuelvan las propiedades que perdieron como consecuencia de la II Guerra Mundial, dijo Merkel durante su reunión con Kaczynski hoy (30.10.06) en Berlín.

Kaczynski saludó las claras palabras de Merkel, pero acotó que “desde el punto de vista polaco la cuestión aún no está cerrada”. El primer ministro polaco exige de Berlín un acuerdo entre ambos Estados sobre las indemnizaciones. Merkel rechazó la propuesta. El Estado alemán reconoció la frontera de Polonia fijada después de la II Guerra Mundial a través de ex territorios alemanes y no apoya exigencias de personas privadas de devolución de sus fincas. Más no se puede hacer, dice Merkel.

Expulsados alemanes de sus fincas y casas no cesan de reclamar indemnizaciones de Polonia por sus ex propiedades e incluso su devolución. La cuestión ha sido en realidad ya regulada internamente en Alemania, concediéndole el Estado alemán a los desplazados después de la guerra compensaciones por las propiedades perdidas.

Pero los desplazados no cesan de hacer públicos sus reclamos e incluso preparan desde hace dos años una querella contra el Estado polaco ante la Corte Europea de Derechos Humanos, en Estrasburgo. A la querella no se le da ninguna posibilidad de éxito y Alemania ha repetido numerosas veces que no la apoyará. Pero, como Estado de derecho, tampoco la puede impedir.

Quítame de allí ese gasoducto

Otro punto cuestionado por Varsovia es actualmente un planeado gasoducto de Rusia a Alemania a través del Mar Báltico. Polonia rechaza la construcción del gasoducto porque ya no tendrá influencia sobre los envíos rusos de gas a Alemania, que ahora atraviesan en parte territorio polaco.

A la idea de sacar un ramal del planeado gasoducto hacia Polonia, Kaczynski también se opone porque ello aumentaría la dependencia del país del gas ruso y con ello las posibilidades de chantaje político.

Merkel subrayó que lo importante es crear un sistema de abastecimiento de energía común para toda la Unión Europea y que Polonia tenga acceso a los mercados del gas. También prometió que Alemania abogará por ello durante su presidencia del Consejo de la UE, en la primera mitad de 2007.

Lo cual en realidad no se contradice con la posición de Kaczynski, de que Varsovia aspira a diversificar su abastecimiento energético. En caso de ser necesario, su país debe poder recibir energía también de “países al oeste de Polonia”, subrayó.

“Varsovia infla las disputas”

Wolfgang Thierse (socialdemócrata), vicepresidente del Bundestag, no se anduvo con rodeos con respecto a las actuales posiciones del gobierno de Varsovia y dijo que en una entrevista radiofónica que en Polonia “se inflan expresamente las disputas”, tratándose de darles una dimensión que en realidad no tienen.

Agregó que Kaczynski recurre a cualquier nimiedad para echársela en cara al gobierno alemán, a diferencia de las relaciones entre la “gente normal” de ambos países, que “son muy buenas”.

Thierse resaltó también que el gobierno alemán no apoya las exigencias de devolución de propiedad de una minoría en Alemania y dijo no poder comprender la exaltación del gobierno polaco por el planeado gasoducto ruso-alemán a través del Báltico.

El mes pasado, el jefe de gobierno polaco debió experimentar durante su visita a Washington que también la Casa Blanca hace responsable a Varsovia y no a Berlín de las tensiones entre ambos países. Para Kaczynski fue seguramente una ducha fría que, entre otras razones, también por ello el presidente George Bush ni siquiera lo haya recibido.

La ideologización de la realidad

Efectivamente, el actual gobierno de Varsovia opera más con prejuicios ideológicos que con un claro análisis de la realidad. Los conservadores polacos, que se mantienen en el poder permanentemente al borde del naufragio político, han desatado también internamente acaloradas disputas, debido a su peculiar interpretación de la democracia.

Verdaderos polacos son para el gobierno los que lo apoyan, en las escuelas se han vuelto a introducir cursos de “patriotismo” y la prensa no debe criticar a los gobernantes. La política europea de Varsovia no es más que una continuación de esas sorprendentes posiciones.

Así es que Kaczynski y sus socios de coalición ultranacionalistas ven a la Unión Europea dominada por los alemanes. Por lo tanto Varsovia bloquea toda mayor integración de la UE, tal como propone Alemania.

El primer ministro Jaroslaw Kaczynski y su hermano gemelo, actual presidente de Polonia, guardan grandes recelos contra los “arrogantes alemanes” y apuestan por una “Europa de las patrias nacionales”, como también es del gusto de los conservadores en otros países y regiones, desde Baviera hasta Gran Bretaña.

En vista de esos precedentes, no eran de esperar grandes éxitos en las actualmente complicadas relaciones germano-polacas. Hubiera sido ya un logro que el primer ministro hubiera dejado en un segundo plano su fijación en las –sin duda horrorosas– experiencias históricas de su pueblo con los alemanes y hubiera reconocido los esfuerzos de Alemania por la reconciliación y la buena vecindad. Pero Varsovia ha optado por el enfrentamiento.