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Picnic de la fe

Daniel Martínez10 de septiembre de 2006

En Munich, durante una misa que más parecía un picnic entre amigos, más de 250.000 creyentes escucharon atentos el claro y contundente mensaje del Papa: "el mundo necesita a Dios"

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Una monja reza durante la misa del Papa en Múnich.Imagen: AP

Benedicto XVI conminó a los fieles a convertirse en voceros del evangelio como vehículo principal para lograr la igualdad social y la verdadera hermandad entre los seres humanos.

Bajo un sol radiante su homilía fue acompañada de aplausos y ovaciones. En diversos idiomas se escuchaba a los asistentes a la ceremonia en las afueras de Munich gritar su nombre y reafirmar su confianza en la fe católica.

La iglesia de fiesta

Tras la eucaristía celebrada en el marco de su visita a Baviera es difícil compartir la opinión del Santo Pontífice cuando habla de la necesidad de revitalizar una iglesia católica que "está cansada".

Exhibiendo vigor y energía los fieles emprendieron desde muy temprano camino hacia el inmenso terreno al aire libre que se adecuó para la misa. A las 3 de la madrugada arribaron los primeros fieles; los otros -a pie, en bicicleta o en metro- fueron llenando con el pasar de los minutos el campo aledaño al recinto ferial de Munich.

Cada cual se buscó un pequeño espacio donde tender sus mantas. Aprovisionados con comida y bebidas esperaron pacientemente el transcurso de las horas; el ambiente semejaba al de una parrillada entre vecinos.

Sin embargo las oraciones y cantos de salmos que retumbaban por los parlantes, y las imágenes de los eclesiásticos en las pantallas gigantes instaladas a lo largo del campo le recordaba al público el motivo de presencia: participar en una misa oficiada por el Papa.

La temperatura fue aumentando lentamente y con ella la ansiedad. A las 9 de la mañana el campo estaba repleto; media hora más tarde, bajo un cielo impecablemente azul, la espera terminó.

Benedicto XVI recorrió en el papamóvil el área y a su paso los fieles estallaron en júbilo. Su santidad repartía bendiciones y el público devolvía aplausos; la fiesta de la iglesia católica estaba ya en plena marcha.

"Gracias a Dios por este hogar"

Con estas palabras, antecedidas por el tradicional saludo bávaro "Grüß Gott" (el Señor sea contigo), el Papa rindió homenaje a sus raíces y a los cientos de miles de peregrinos venidos desde diferentes rincones de su estado natal.

"Me alegro de estar de nuevo con ustedes y poder celebrar esta misa con el pueblo que aprendí a querer y a lo largo de los años marcó mi personalidad" dijo Benedicto XVI quien de 1977 a 1981 fue Arzobispo de Munich.

Su Santidad hizo un llamado a la solidaridad y recordó que "existe una responsabilidad del uno por el otro y sólo cuando la vivamos de verdad, con amor, podremos hablar de justicia social".

En un tono muy personal Benedicto XVI exaltó la labor social de la iglesia católica alemana aunque lamentó su falta de compromiso en la labor evangelizadora en Asia, África y Latinoamérica.

"La iglesia alemana cumple una magnifica tarea en el campo social y por donde quiera que voy altas figuras del clero de países pobres me piden que transmita su agradecimiento por la generosidad de los fieles alemanes; sin embargo aún falta cuando se trata de emprender una misión evangelizadora" recalcó.

En su homilía el Papa animó a la comunidad católica alemana a asumir un rol más activo en este campo: "Evangelizar debe ser la prioridad, sólo así se avanzará en la reducción de la brecha social; el evangelio y lo social son inseparables"

El Papa estrella

En medio de los gritos ¡Benedicto, Benedicto! el público escuchó con atención el mensaje papal, especialmente cuando conminó a las distintas
religiones a convivir en paz.

"Queridos amigos: tolerancia y apertura cultural significan un profundo respeto por los otros; Dios es el camino", proclamó el Papa al culminar su oración.

Más de 250.000 personas lo despidieron al final de la misa de la misma forma en la que lo habían recibido: entre aplausos y ovaciones. "Lo celebramos como una estrella porque él, como las estrellas, pertenece al cielo", explicó uno de los asistentes a DW-WORLD.

Papst Benedikt XVI in München
Imagen: AP