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Archivo antiterrorista no aumenta la seguridad

Marcel Fürstenau/mb5 de septiembre de 2006

El archivo antiterrorista, acordado a prisa y corriendo, no incrementa el sentimiento de seguridad ciudadana, comenta Marcel Fürstenau.

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Cualesquiera sea la opinión que se tenga del archivo antiterrorista, el cómo y cuándo se acordó debería darles qué pensar a sus fervientes favorecedores: bajo la presión de los fallidos atentados con maletas bomba. La discusión siguió el patrón conocido: los políticos empezaron a clamar por leyes más estrictas, sabiendo a ciencia cierta que ninguna ley del mundo podrá detener a un convencido terrorista de poner en práctica sus mortales planes.

Una verdad que todos callan

El mismo ministro federal del Interior, Wolfgang Schäuble, de la Unión Cristiano Demócrata, aceptó que los, por suerte, fallidos atentados en los trenes regionales no hubiesen podido ser evitados, aunque hubiese habido un archivo antiterrorista. Sin embargo, ellos fueron el motivo de llamar a una conferencia extraordinaria a todos los ministros de Asuntos Interiores del país. Es decir, no importaba, en realidad, que no hubiese relación alguna entre el demoníaco plan de dos jóvenes fanatizados y el comprensible deseo de mayor seguridad y protección.

Amenaza dormida

Lo que sí hubo fue un escenario construido con ese propósito, por nerviosos políticos, cuyas motivaciones son, en buena parte, populistas. Aprovecharon el momento para abrirle camino al controvertido archivo, por el cual han discutido cinco años a raíz de los monstruosos atentados del 11 de septiembre. Cinco años, durante los que ha habido muchos otros atentados en todo el mundo. Cinco años, en los cuales políticos y expertos en seguridad no han cesado de hablar acerca de "Alemania, región amenazada", sin haber podido localizar o identificar un peligro en concreto.

Un asunto a tomar en serio

Para evitar malos entendidos: por supuesto que hay que tomar en serio el terrorismo internacional. También en Alemania, que aunque en la escala de los terroristas islamistas ocupa un puesto más bien bajo, ha sido y al parecer sigue siendo un buen espacio para las células terroristas dormidas. Como se sabe, los terroristas suicidas del 11 de septiembre de 2001 planearon su ataque en Alemania.

Esto es un buen, convincente y comprensible argumento para la creación de un archivo antiterrorista. Pero en el momento en que el peligro dejó de ser teórico y fue trágicamente práctico, cuando en el lejano Estados Unidos se asesinó bestialmente a más de 3000 personas, los políticos fueron incapaces de crear un archivo antiterrorista. Porque las filas de la unión conservadora CDU/CSU querían a toda costa anular la separación de policía y servicios secretos. Y porque, el otro bando -la izquierda, los verdes y los liberales- equiparaban el fin del Estado de derecho con cualquier forma de levantamiento de datos y acceso a los datos personales.

La completa seguridad no existe

Ambas posturas eran desmesuradamente exageradas. Un acuerdo hubiese sido posible y necesario poco después del 11 de septiembre, también teniendo en cuenta el contexto internacional. Ahora resulta de un momento que mezcla el peligro real con reacciones histéricas de políticos, que deberían agradecer que en todo el tiempo que se ha desperdiciado desde el año 2001 nadie en el país haya sido víctima de un atentado. De haber sucedido en ese entonces, habría ahora una vergonzante disputa acerca de cómo podría haberse evitado; si llegase el caso de que tuviésemos que lamentar muertes, habrá otra vez discusiones e inculpaciones. Y eso, a pesar de que todos saben que la absoluta seguridad no existe.

De lo que en realidad se trata es de transmitir un sentimiento de seguridad y protección, y de dar la impresión de que se está enfrentando el peligro con decisión. Un archivo antiterrorista acordado a prisa y corriendo, por el contrario, nutre el recelo y la desconfianza. Y si sus inventores corren con mala suerte, la nueva arma será desactivada por el Tribunal de Garantías Constitucionales, pues es anticonstitucional.