1. Ir al contenido
  2. Ir al menú principal
  3. Ir a más sitios de DW

"En más de 100 países se tortura"

JM26 de junio de 2006

La ONU recuerda este lunes a las víctimas de la tortura. Los expertos critican estos abusos por ser violaciones de los Derechos Humanos. Las víctimas luchan por superar lo vivido y reinsertarse en la sociedad.

https://p.dw.com/p/8gAh
Una víctima de torturas en Irak.Imagen: dpa

En el Día Internacional en Apoyo de las Víctimas de la Tortura, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) denuncia el sufrimiento de las víctimas de la tortura, sus familias y sus comunidades.

"Este día ofrece una oportunidad de reiterar la condena colectiva de la tortura y de todas las penas crueles, inhumanas y degradantes", dice la ONU.

Los motivos

Los expertos señalan que la obtención de información es sólo la meta superficial de la tortura. Confesiones obtenidas en estas condiciones van más allá que la proporción de información o la delación de personas. La víctima acaba sometiéndose al torturador como quien ejerce el poder único.

El Centro de Tratamiento para Víctimas de la Tortura de Berlín (bzfo por sus siglas en alemán), figura entre las instituciones líderes que trabajan en la recuperación y reinserción de quienes han sufrido esta clase de violencia.

La doctora Mechthild Wenk-Ansohn cofirma en DW-WORLD que la tortura se sigue practicando "hoy en día en más de 100 países". Además últimamente se "está permitiendo un incremento de la tortura, como demuestra la situación en Guantánamo", añade esta terapeuta.

¿Se puede impedir la tortura?

La tortura empieza cuando un interrogatorio da paso al abuso físico, aunque también se deben considerar tortura las amenazas sistemáticas y técnicas para confundir al detenido, señalan los expertos.

Aunque los expertos reconocen que puede parecer utópico querer impedir cualquier tipo de tortura, señalan al mismo tiempo que las confesiones obtenidas en estas situaciones "suelen ser equivocadas, no aportan nada", sostiene Wenk-Ansohn.

En promedio, un 45% de la información se puede obtener con técnicas de interrogación no violenta, " y esta cuota no se incrementa necesariamente si se aplica la tortura", añade.

Así, por ingenuo que parezca, son necesarias reglas que definan qué es tortura y cómo impedirla. "Si no existen reglas claras y se permiten estas violaciones de los derechos humanos, abrimos la puerta a la violencia y la represión", advierte en DW-WORLD la doctora Mechthild Wenk-Ansohn.

Los expertos lamentan que la opinión pública limite su solidaridad con las víctimas de abusos. Se observa cierto "voyeurismo, cuando la gente acude en masa a ver exposiciones de instrumentos de tortura medievales, eso ejerce la atracción de una novela criminal", apunta Wenk-Ansohn. Sin embargo, lamenta que "no permiten que el problema les llegue más cerca, no saben cómo manejarlo".

La lucha de las víctimas

La labor que las propias víctimas puedan hacer para sensibilizar a la opinión pública es limitada. La mayoría sufre de grandes sentimientos de vergüenza por haber sido denigradas en la tortura.

Por ello, la recuperación de las víctimas no sólo pasa por elaborar lo vivido a nivel personal, sino también por la reinserción social.

No hay que subestimar el trauma "de la impotencia, la sensación de haberse sometido, de haber sido denigrado e incluso de haber delatado un ideal o a una persona", explica esta experta alemana.

Esto se pone de relieve en las víctimas de abusos sexuales, que alcanzan desde tocamientos hasta violaciones. "Conozco historias de sufrimiento infinito, tanto de hombres como de mujeres", relata Wenk-Ansohn. Esta clase de tortura llega a tener una dimensión social, cuando se produce en países donde la violación representa la pérdida del honor personal, ya que afecta a toda la familia de la persona torturada, de modo que todo un grupo de personas acaba perdiendo su significado social.

Son cicatrices que no desaparecen. La recuperación empieza "volviendo a una vida normal, pero las marcas no desaparecen", resume la doctora Wenk-Ansohn su experiencia de 12 años en el centro de tratamiento berlinés, y concluye que son vivencias que "no se pueden olvidar, aunque se debe aprender a vivir con ellas".