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Elecciones: Alemania sigue dividida

Emilia Rojas Sasse12 de agosto de 2005

La brecha este-oeste no termina de cicatrizar en Alemania y ahora se perfila como un factor relevante en la campaña electoral. Pero la dicotomía no favorece a la candidata conservadora, pese a provenir del Este.

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Merkel y Stoiber: "no me ayude tanto, compadre".Imagen: AP

Todos los sondeos vaticinan que Angela Merkel será la próxima jefa de gobierno en Alemania. Pero falta todavía más de un mes para la fecha prevista para los comicios y mucho puede ocurrir en las lides de la campaña electoral. Desde ya, la esperanza de lograr una mayoría absoluta, que su partido cristianodemócrata llegó a abrigar por momentos, se ha esfumado por completo. Lo mismo ocurre con su ilusión de convertirse en primera mayoría en el Este del país. Los estados federados que formaron parte de la desaparecida RDA tienen una clara preferencia: la nueva Izquierda, en la que se agrupan los sucesores del antiguo partido gobernante en Berlín oriental y una facción de socialdemócratas desencantados con el programa de recortes sociales del actual canciller, Gerhard Schröder.

Las dos caras de Alemania

15 años han transcurrido desde la reunificación de Alemania, pero el país sigue mostrando dos caras. Es cierto que los problemas económicos han dejado de ser patrimonio exclusivo de las regiones orientales y que algunas de ellas muestran ya síntomas claros de repunte. Sin embargo, el panorama general dista de ser satisfactorio y muchos habitantes del Este siguen sintiéndose en desventaja. Por ende, se muestran especialmente sensibles a todo lo que suene a discriminación.

"No puede ser que el Este decida quién es el canciller de Alemania. No acepto que los frustrados determinen el destino de Alemania". Como plomo cayeron estas palabras, pronunciadas hace poco por el jefe de la Unión Cristiano Social (CSU), el ala bávara de la Unión Cristianodemócrata (CDU), Edmund Stoiber. Aunque aseguró que había sido malinterpretado, no fue ésa la única declaración controvertida el patriarca de Baviera, que intentó infructuosamente disputarle la cancillería a Schröder tres años atrás. Por ejemplo, también lamentó que no todo el electorado alemán fuera tan inteligente como la población bávara. Inteligencia que obviamente Stoiber infiere del hecho de que desde hace décadas, los bávaros votan religiosamente por la CSU, elección tras elección.

El voto oriental

No cuesta mucho imaginar la indignación que estas palabras provocaron en el Este. Por doquier llovieron las críticas, mientras la candidata de la CDU intentaba atenuar su impacto. Angela Merkel y su equipo saben cuánto daño provocan semejantes deslices a su campaña. Además, la retadora tiene un problema de imagen: pese a provenir de la antigua RDA, en el Este se la ve como una política occidental, mientras a muchos germano occidentales aún les cuesta aceptarla como uno de los suyos.

Afirmar que las elecciones se decidirán en los estados federados orientales es, sin duda, una exageración. Si así fuera, el triunfo correspondería a la nueva Izquierda. Pero, ciertamente, el nutrido apoyo del Este permitiría a dicho conglomerado contar con cerca del 11% de los votos a nivel nacional, según las últimas encuestas. En consecuencia, su entrada al parlamento federal por la puerta grande podría incluso llegar a frustrar las aspiraciones gubernamentales de Merkel, si llegara a configurar a fin de cuantas una coalición con verdes y socialdemócratas. La aritmética no permite descartar tal escenario, si bien políticamente parece inviable, porque Schröder rechaza en forma rotunda esa fórmula. Claro que del dicho al hecho suele haber un buen trecho, lo cual pone pimienta adicional a esta campaña electoral alemana.