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No existen mecanismos de predicción fiables

27 de diciembre de 2004

La prensa europea comenta hoy el maremoto en el Sudeste de Asia y sus catastróficas consecuencias.

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Víctimas en Banda Aceh, Indonesia.Imagen: dpa


DIE WELT, de Berlín, dice: "No sólo las dimensiones de la catástrofe nos asusta, sino también el total desamparo con el que estamos expuestos a esos sucesos naturales. En este caso, la explicación no es fallo humano, ni pieza defectuosa ni ataque enemigo alguno. Pero ello significa también que no hay esperanza alguna de poder hacer algo en el futuro para protegernos de estas catástrofes. El sismo y el maremoto inducido por éste nos recuerdan que el planeta posee una enorme dinámica propia, cuyas fuerzas no pueden ser dominadas por el ser humano."

La naturaleza no se ha vengado

El diario SALZBURGER NACHRICHTEN, de Viena, escribe: "No, la naturaleza no se ha vengado. El trágico suceso tampoco nada tiene que ver con calentamiento global, ni el agujero en la capa de ozono ni la tala de los bosques tropicales. La naturaleza no sabe lo que es venganza, sino que obedece a sus propias leyes. (...) La naturaleza no funciona tal como nosotros lo quisiéramos: ni el jardín florece como lo planeamos ni una célula cancerosa reacciona siempre a las armas de los biólogos moleculares. Los virus mutan aparantemente sin plan y los volcanes explotan, lo preveamos o no. La aldea global, como llamamos hoy al planeta, continúa siendo una esfera diminuta y caliente en el espacio, que, por una increíble coincidencia, se halla en una posición ideal con respecto al sol, de tal forma que en ella se pudo desarrollar vida. Pero esa vida continúa siendo impredecible.

Uno de los peores dramas en el Sureste de Asia

EL PAÍS, de Madrid, dice: "El sureste asiático, de por sí atribulado en su historia por tantas convulsiones políticas y sociales, vivió ayer unos de sus peores dramas. Esta vez no fue debido al factor humano, sino al misterioso capricho de la naturaleza y a la ferocidad del tsunami, como llaman los japoneses a los maremotos tan comunes en la zona. Más de 11.000 muertos y un número indeterminado de desaparecidos es el saldo provisional del seísmo, que azotó principalmente Sri Lanka, Indonesia e India, pero también Bangladesh, Malaisia, Maldivas y Tailandia. Es el quinto terremoto más violento del mundo en los últimos cien años. Con una intensidad de 8,9 grados, establece casi un récord en la escala de Richter. La época navideña parece maldita, pues hace justamente un año 43.000 personas murieron en el sureste de Irán por otro gran temblor que sepultó la histórica ciudad de arcilla de Bam. Los expertos sostienen que la costa de Sumatra, donde se registró el epicentro a 40 kilómetros de profundidad, es una de las áreas más calientes y potencialmente más proclives a movimientos telúricos y volcánicos. En realidad, los seísmos se producen allí con gran frecuencia, pero nunca con tanta intensidad como en esta ocasión. Por desgracia, no existen mecanismos fiables para predecir terremotos, pero sí para alertar sobre tsunamis, pues las olas gigantescas se desplazan lentamente antes de alcanzar la costa. Quizá la hora temprana agravó más la magnitud de la catástrofe, que ha golpeado también zonas turísticas de Tailandia y Maldivas. La de ayer es una nueva catástrofe humanitaria que muestra nuestra fragilidad, pero que sobre todo exige de la inmediata solidaridad mundial. Resulta positivo que el Gobierno español se haya movilizado reuniendo al comité de coordinación de ayuda de emergencia para acelerar el auxilio.