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El Príncipe de las Tinieblas

28 de marzo de 2003

"La ONU ya no sirve para nada", dice uno de los más influyentes halcones en el seno del poder en Washington. Los europeos rechazan de manera vehemente sus visiones unilaterales.

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Richard Perle, importante consejero del Departamento de Defensa, renuncióImagen: AP

Richard Perle, ex funcionario del Pentágono, renunció a su cargo como presidente de la Junta de Política de la Defensa tras el aumento de las críticas a sus funciones paralelas como consultor del sector privado. También influyeron en su decisión las críticas a la Junta de Política de la Defensa por la forma en que realizó recomendaciones al Gobierno de EEUU sobre Irak y sus frecuentes comentarios controvertidos que causan indignación entre los gobiernos europeos.

El halcón dejo caer su más reciente bomba para volar las Naciones Unidas la pasada semana con sus declaraciones en un artículo publicado por el semanario The Spectator. El miercoles (26.03) repitió su ataque frontal contra la que llamó "reunión de parlanchines a orillas del Hudson", en una entrevista con el diario alemán Berliner Zeitung.

"Nadie nos puede negar nuestro derecho de autodefensa, garantizado por el articulo 51 de la Carta Magna de la ONU", dice Perle, y agrega: "Otros países tienen el derecho a su propia opinión, pero pienso que no deberían tener el derecho de vetar nuestras decisiones."

En su artículo el asesor del Pentágono da las gracias a Dios por la "muerte de las Naciones Unidas" y celebra el fracaso del sueño liberal de una "seguridad mundial garantizada por el derecho internacional y la gestión de instituciones internacionales".

Un halcón por excelencia

Richard Perle, ex presidente de la Junta de Política de Defensa del Pentágono, es una voz importante dentro del grupo de los ‘neoconservadores’ que surgió en los años sesenta. Los ‘neocons’, como se les conoce en Washington, se convirtieron después de los atentados del 2001, en el grupo dominante en la política exterior de la administración Bush. Aunque el asesor no tenga un puesto oficial en el gobierno de Washington, sería peligroso subestimar su influencia. Perle suele expresar públicamente lo que otros halcones en el gobierno estadounidense piensan y prefieren callar.

No es la primera vez que los comentarios de Perle han provocado dolores de estómago al gobierno alemán. En diciembre pasado, el ex subsecretario del Departamento de Defensa del gobierno de Ronald Reagan, declaró en una entrevista publicada por el semanario alemán Die Zeit, que Alemania ya no era un aliado confiable y que el ‘no’ de Berlín a una guerra contra Irak, significaría de facto una apoyo a Saddam. En febrero pasado, Perle dijo al diario alemán Süddeutsche Zeitung, que "Alemania ya no jugaba ningún papel y que se ha vuelto "irrelevante".

En varias ocasiones, el asesor del Pentágono, también conocido como el "Príncipe de las Tinieblas", advirtió que el comportamiento del gobierno alemán al rechazar una guerra contra Irak empeoraría considerablemente las relaciones entre Alemania y EE.UU. Pero sus propios comentarios, afirman algunos, en otros tiempos hubiesen sido suficiente para desatar una guerra.

La ONU es imprescindible

El canciller alemán, Gerhard Schröder, dijo en una rueda de prensa: "No estoy dispuesto a comentar las ideas del señor Perle o de cualquier otra persona publicadas en entrevistas" y agregó que "Alemania asumirá sus responsabilidades internacionales bajo el auspicio de la ONU". Y con eso quedó todo dicho.

Esa misma línea es la que defendió el Alto Representante de Política Exterior y de Seguridad de la UE, Javier Solana. Otros líderes y políticos europeos también saltaron de inmediato a la defensa de la ONU, como el ministro de Asuntos Exteriores francés Dominique de Villepin y su colega ruso Igor Ivanov.

El jefe de la diplomacia rusa exigió que el Consejo de Seguridad siga siendo el gremio responsable de la paz y la seguridad en el mundo. Ivanov abogó por fortalecer a la institución que debe mantener el monopolio sobre el uso de la fuerza.

Las relaciones entre Europa y Estados Unidos no se encuentran precisamente en su mejor momento. Richard Perle, y con él los otros halcones de Washington, deberían abstenerse de echar más leña al fuego. Tras la experiencia de la Segunda Guerra Mundial, las Naciones Unidas fueron justamente creadas para impedir que algún día una sola nación se levante arrogante y declare, al estilo de Luis IV: "Le monde, c’est moi".