Discriminación de gitanos
30 de julio de 2010
Le Monde, de París: “El Palacio del Elíseo apuesta por el arma de la represión. Los gitanos que hayan perturbado el ‘orden público’ o que hayan cometido delitos de estafa, serán expulsados ‘prácticamente de inmediato’ a Rumania o Bulgaria. En el lapso de tres meses ha de desmantelarse la mitad de los campamentos ilegales. Según la organización (de derechos humanos) France Terre, ésta es la prosecución de una política que se aplica ya desde 2002”.
Quiebre democrático
Der Standard, de Viena: “Sarkozy, cuyo nombre por lo demás se encuentra también entre algunas familias romaníes centroeuropeas, no enfrenta los acuciantes problemas sociales. El mismo día en que pide una bañera para su avión presidencial, ignora en su política con respecto a los gitanos que la delincuencia y la pobreza están ligadas en su origen. Pero cuando demanda expulsiones más aceleradas para los gitanos, rompe con un fundamento de la democracia. Las reglas especiales dependientes del origen étnico contravienen el principio de la igualdad y son racistas”.
Treta populista
Tages-Anzeiger, de Zúrich: “Ahí está de nuevo, el viejo ‘Sarko’. En su momento más débil, sumido en escándalos políticos y afectado por el síndrome del declive de popularidad, Nicolas Sarkozy se remite a su antigua fuerza. Vuelve a presentarse como el político duro en materia de seguridad, estigmatiza a minorías étnicas y religiosas y divide así a los franceses. Esta treta populista ya funcionó una vez. Fue en 2007, antes de la elección presidencial. Le reportó los votos de muchos simpatizantes del xenófobo Frente Nacional, y el triunfo electoral”.
Los objetivos de Sarkozy
Süddeutsche Zeitung, de Múnich: “La política de Sarkozy de mano dura frente a los gitanos es una maniobra claramente calculada. Con ella pretende alcanzar dos objetivos: a corto plazo, quiere distraer de la sospecha de financiamiento ilegal de su partido; a largo plazo, tiene en la mente las elecciones presidenciales de 2012. Sarkozy sólo podrá ganarlas si consigue votos de la extrema derecha. Por eso apuesta por el tema de la seguridad interior, y lo hace con vehemencia. El presidente francés corre con ello un serio riesgo. Divide en lugar de unir, radicaliza en vez de conciliar. En tiempos de crisis, ésa es la receta equivocada y al final podría volverse en su contra. Porque Sarkozy ya no actúa como presidente de todos los franceses, sino como el político partidista y ministro del Interior que una vez fue”.
ERS/dpa/afp
Editora: Cristina Mendoza Weber