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Los muertos del Loveparade, "víctimas de la ambición"

26 de julio de 2010

En toda Europa, los periódicos opinan sobre la estampida en la que murieron 19 jóvenes durante el Loveparade que se celebró en Duisburgo el sábado pasado. Los analistas coinciden en que la tragedia pudo haberse evitado.

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Un herido es atendido tras la estampida del sábado pasado.Imagen: picture-alliance/dpa

L'Est Republicain, de Nancy, Francia: „La fiesta se transformó en drama. Aún hay datos contradictorios acerca del número de ravers en Duisburgo. Sin embargo, todos los testigos confirman que la capacidad del sitio y que en la organización del Loveparade hubo fallas de seguridad. A la policía alemana se le achaca falta de supervisión. Los organizadores se defienden ante las críticas. Pero quien pretende reunir a un millón de personas en un sitio inadecuado, necesita apoyo logístico suficiente. Y esta vez, ese apoyo faltó.”

El Luxemburger Wort, de Luxemburgo: “¿Cómo le explica uno a las familias que la muerte de estos jóvenes era evitable? Pero también la política y las autoridades de la ciudad de Duisburgo tienen una responsabilidad. Si acaso conocían las fallas en la seguridad del evento, entonces no debieron autorizarlo. La investigación de la fiscalía será la que arroje luz sobre este aspecto. Sin embargo, ya puede sacarse una lección. En el futuro, la policía y el cuerpo de bomberos no deben limitarse a señalar posibles fallas de seguridad; deben ser dotados de autoridad suficiente para implementar medidas adicionales.”

Desde Turín, Italia, La Stampa: “Mientras el mundo está de luto y el propio Papa habla de ‘gran dolor' sobre la muerte de los jóvenes, la ciudad de Duisburgo busca la manera de rechazar cualquier acusación. La policía se refugia bajo el argumento de que no se puede establecer cómo fue que se produjo el incidente. La fiscalía realiza ya investigaciones. Algo es seguro: la historia de la fiesta techno más grande del mundo llegó a su fin. En el futuro no habrá más Loveparades.”

En Alemania, el Thüringer Allgemeine: “Ya puede percibirse el intento de trasladar la responsabilidad a las víctimas. La mayoría de las muertes ocurrió al tratar de trepar por una escalera de hierro, cuando el acceso al sitio ya había sido bloqueado. Pero nadie se dejará convencer por la explicación que señala a jóvenes enloquecidos por la fiesta. Detrás de todo esto aparece la adicción a un gigantismo que ya se ha vuelto incontrolable. Cada evento y cada concierto debe superar al anterior, porque sólo así se llama la atención y se atrae a patrocinadores. Esta competencia no sólo ha contagiado a los organizadores, sino a las ciudades que sirven como anfitrionas.”

El Neue Presse, de Hannover: “Se conforma poco a poco la imagen de una ciudad gris que pese a sus arcas vacías quería avanzar aprovechando las ruinas de un evento masivo. No por nada, la cuenca del Ruhr es capital cultural de Europa, en la cual las personas pueden realizar un picnic sobre los carriles de una autopista bloqueada. Las conscuencias de la tragedia, que es una mezcla en la cual se mezclan el delirio de grandeza, la ambición y una marcada sobreexigencia, son incontrovertibles. La fiscalía debe determinar exactamente en qué puntos se cometieron errores. El Loveparade es historia, y por cierto, una sangrienta.”

El Märkische Allgemeine Zeitung, de Potsdam: “Da lo mismo quién a quién se atribuya la responsabilidad por esta catástrofe en el Loveparade de Duisburgo. Los hechos hablan por sí mismos. Una fiesta que en el pasado ha reunido a 1,5 millones de personas se realizó en un sitio cerrado en el que cabían apenas 300.000. Para colmo, sólo había una salida. Por eso es que, incluso antes del evento, expertos en seguridad habían catalogado a Duisburgo como una sede inadecuada. Sin embargo, se insistió en llevarlo a cabo. Parece evidente que para los organizadores y las autoridades de la ciudad, el éxito comercial tuvo prioridad. Así fue como una celebración que comenzó siendo diversión pura, acabó con la muerte de 19 personas, el dolor de más de 340 heridos, y el luto de muchos familiares."

Editora: Cristina Mendoza Weber

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