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Los botelleros en Alemania

4 de abril de 2010

Desde hace unos años son parte de la imagen urbana de muchas ciudades alemanas: los recolectores de botellas. ¿Signo de pobreza o ingreso extra lucrativo? Un botellero nos cuenta sus experiencias.

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El resultado de unas horas de recolectar.Imagen: picture-alliance/ dpa

Cartoneros en Buenos Aires, buzos en Cuba; en muchos países latinoamericanos hay personas que viven de los desechos de la sociedad consumista. Recogen productos reciclables como cartones, latas o envases de PVC.

También en Alemania se registra un fenómeno parecido: los denominados botelleros, o sea recolectores de botellas. Hace tiempo que ya pertenecen a la imagen urbana como los edificios altos o calles anchas. En verano los parques se pueblan de botelleros jóvenes, ancianos o incluso niños.

Jürgen Trittin mit Leergut bei Netto
El entonces ministro del medio ambiente Jürgen Trittin inaugura el primer recolector automático de botellas retornables y no retornables en 2003.Imagen: AP

Consecuencias inesperadas

De cierto modo el responsable del surgimiento de esta nueva "profesión" es Jürgen Trittin. En el 2003 el entonces ministro del Medio Ambiente introdujo un nuevo sistema de envases. Desde entonces se puede devolver no sólo botellas retornables, sino también envases no retornables como botellas de plástico y latas. Desde el 2006 todos los almacenes deben aceptar todo tipo de botellas y pagar el reembolso. Muchos supermercados habilitaron recolectores automáticos para facilitar el trámite de retorno de envases.

La introducción de la ley de envases respondía a metas ecológicas. Que redundaría en la creación de un verdadero ejército de recolectores no fue previsto por el ministro.

Las experiencias de un botellero

Ralf es botellero de primera generación. Comenzó a recolectar botellas mucho antes de que se implementara el nuevo sistema de retorno de envases. Lo visito en el Café Gulliver del Centro de Desocupados de Colonia. Lleva un sombrero vaquero y acaricia a su perro mientras habla. Cuando tocamos el tema de recolectar botellas sus ojos empiezan a brillar de alegría.

Durante 14 años su excursión diaria por la ciudad equivalía lo que para otros era el camino a la oficina: rutina y al mismo tiempo fuente de ingreso.

Ralf no tiene hogar. No quiere vivir de la ayuda social. Día a día se levantaba y recogía las botellas del suelo o las sacaba de los basureros. Las encontraba entre los arbustos o debajo de bancas de parque. Sólo durante la hora del almuerzo interrumpía el recorrido diario. Entremedio iba al supermercado para devolver las botellas. Sus herramientas de trabajo eran bolsas de plástico y una linterna. "Con la linterna alumbraba los basureros para no ensuciarme los dedos. No es muy atractivo meter la mano en los restos de una porción de papas fritas con catsup."

Esos trucos son el resultado la experiencia de muchos años. Desarrolló un sistema ingenioso de logística: "La experiencia viene automáticamente", cuenta Ralf. "Uno descubre muy rápido cuáles territorios valen la pena y cuáles no. Por la noche, todos los botelleros acuden a las calles donde están los bares. Pero yo, que no tengo hogar, me enfrentaba al problema de dónde devolver las botellas si todos los supermercados estaban cerrados. No podía almacenarlas en ninguna parte porque me las robaban."

Algunos botelleros tratan de defender un territorio fijo, pero Ralf recolectaba en todas partes. No se peleaba por territorios. A mi pregunta de sí se puede defender un territorio 24 horas el día responde encogiendo los hombros.

Informelle Beschäftigung: Flaschensammler in Deutschland
Un botellero en frente de la Catedral de Colonia.Imagen: picture-alliance / KPA

El boom de los botelleros

El pago por envase varia entre 8 y 25 céntimos. Antes Ralf podía ganar entre 10 y 20 euros al día recolectando desde la mañana hasta la tarde. Pero eso era antes. Desde hace dos años la situación ha cambiado. La competencia ha aumentado entre los botelleros.

La nueva ley de envases hace la vida más fácil a los recolectores. Antes los supermercados aceptaban sólo envases específicos. Hoy se puede devolver todas las botellas en todos los supermercados. Sin duda uno de los factores que desencadenaron el auge de botelleros.

¿Refleja este auge un creciente empobrecimiento en Alemania? No necesariamente, según Ralf, quien sostiene que recolectar botellas ya no es un estigma social: "Hoy todos salen a recolectar. He conocido a empleados de oficina que recolectaban durante la hora de almuerzo para costearse sus vacaciones. Algunos jubilados recolectan para mejorar su pensión y algunos porque no tienen otra cosa que hacer."

Sin embargo recolectar botellas es un trabajo agotador. No para todos el recorrido diario resulta excursión y aventura como lo es para Ralf.

Ética profesional y solidaridad

Hasta ahora Ralf nunca tuvo conflictos con las autoridades locales. Al contrario, los empleados de la oficina pública le avisan donde puede encontrar "minas" de botellas. Los botelleros han desarrollado una "ética profesional" que intenta no desagradar. "Hay ovejas negras que crean problemas o que tiran la basura de los contenedores", cuenta Ralf. "Pero los demás botelleros les llamamos la atención."

Si uno escucha a Ralf tiene la sensación de que recolectar botellas no es sólo una fuente de ingreso. Desde hace dos años Ralf ya no recolecta a diario, pero no puede dejarlo del todo. Es el "factor X" como lo llama Ralf: la sorpresa, la aventura, la locura del coleccionista. "He conocido a mucha gente, no sólo a otros botelleros, también a policías, a gente de la oficina pública", dice con orgullo.

El máximo que se puede ganar en eventos grandes como el carnaval o partidos de fútbol es de entre 60 y 70 euros, estima Ralf. De vez en cuando los montes de botellas son tan grandes que los botelleros se olvidan de su mentalidad de luchadores solitarios y se coordinan vía teléfono móvil para recoger los montones de envases juntos. Al final reparten las ganancias solidariamente.

Esta es la historia tras el boom de botelleros… y todo gracias al señor Trittin.

Autora: Lisa Rauschenberger

Editora: Claudia Herrera Pahl