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Extremistas de derecha en auge

Pablo Kummetz9 de marzo de 2010

Las estadísticas oficiales no han sido publicadas, pero se calcula que en 2009 el número de agresiones perpetradas por la extrema derecha en Alemania subió a 20.000, duplicando la cantidad de casos registrados en 2001.

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Imagen: picture-alliance/dpa/AP/DW-Montage

El extremismo de derecha en Alemania sigue siendo percibido como una secuela de la reunificación de la República Federal de Alemania y la desaparecida República Democrática Alemana en 1990; de hecho, muchos creen que se trata de un fenómeno sintomático del deterioro social padecido por Alemania Oriental hasta la caída del Muro de Berlín y heredado por la Occidental cuando se consumó la fusión geopolítica de ambas. Lo cierto es que, veinte años después, el creciente número de delitos y episodios violentos perpetrados por acólitos de la extrema derecha constituye un serio problema para la sociedad, tanto en el este como en el oeste del país.

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Manifestación de neonazis en Gräfenberg, en 2007.Imagen: picture-alliance/ dpa

Las estadísticas correspondientes al año 2009 no han sido publicadas todavía, pero, basándose en el número de agresiones denunciadas hasta ahora, el presidente de la Oficina Federal de Investigaciones Criminales (BKA son sus siglas en alemán), Jörg Ziercke, da por sentado que la cantidad de delitos cometidos el año pasado por miembros de la extrema derecha en Alemania ascenderá a 20.000. En 2008 se registró el mismo número de casos, pero esa cifra duplica la cantidad de delitos computados en 2001. La tendencia es clara y ha hecho sonar la alarma en distintos sectores de la sociedad alemana.

La violencia política de la extrema derecha

Aunque su nombre parezca inofensivo, el Partido Nacional Demócrata de Alemania (NPD) tiene objetivos peligrosos: este grupo político camina sobre la cuerda floja entre la legalidad y la ilegalidad con un discurso xenofóbico y antisemita que, para colmo de males, ha demostrado en reiteradas ocasiones su capacidad para seducir a los jóvenes. Una encuesta revela que, de haber votado en los pasados comicios, un número significativo de estudiantes menores de 18 años lo habría hecho por el NPD, ayudándolo a conseguir un 4,2 por ciento de los votos.

4,2 por ciento no parece ser mucho, pero para el NPD habría representando un avance y para sus opositores, una señal ominosa. Uwe-Karsten Heye, ex portavoz del Gobierno socialdemócrata de Gerhard Schröder (1998-2005) y director de la asociación “¡Mostremos cara!”, trae a la memoria los casi 300 cargos ocupados por miembros del NPD a escala comunal gracias al centenar de victorias electorales individuales obtenidas en 2009. Heye está convencido de que ha llegado la hora de organizar una cumbre nacional que reúna a representantes del ámbito político, económico y cultural para frenar el ascenso de la extrema derecha.

Víctimas del extremismo…

Después de todo, a estas cifras se suma el número aún indefinido de víctimas mortales de la extrema derecha y sus actos de violencia. En las estadísticas de las autoridades policiales no figuran ni siquiera cien decesos, pero Heye asegura que 150 personas han perdido la vida desde hace dos décadas, arrojando luz sobre uno de los factores que dificultan el trabajo de quienes luchan por esclarecer los asesinatos perpetrados por miembros de la extrema derecha organizada: la dificultad que suele enfrentar la policía para atribuir los homicidios en cuestión a motivos políticos, racistas o xenófobos.

“Donde quiera que se le ofrezca resistencia a los neonazis les resultará difícil echar raíces en la sociedad y entre los jóvenes. Reportar continuamente sobre la derecha, su violencia y sus actividades puede ser de gran ayuda. Mientras que ignorar a los neo-nazis en los medios –algunas personas aconsejan no tomarlos en cuenta– es algo completamente contraproducente”, dice Heye, insistiendo en que la lucha contra el extremismo de derecha debe ser emprendida por toda la sociedad.

Cada 26 minutos...

Cada 26 minutos tiene lugar un delito o un ataque violento a manos de un miembro de la extrema derecha en algún rincón de la geografía alemana. Y Heye advierte que el fenómeno no debe ser visto como uno que ataña únicamente a los Estados federados del este, sólo porque el NPD haya obtenido mayores éxitos electorales en esa región: “Ya hemos superado la etapa en que podíamos creer que este era un problema traído por la reunificación del país”, aclara. “Uno puede ser víctima de los mismos excesos cerca de Stuttgart que en Zosse o en los alrededores de Berlín”, agrega el director de la asociación “¡Mostremos cara!”, una iniciativa que procura atraer la atención de la ciudadanía apelando al apoyo de figuras prominentes de todos los campos.

Uno de ellos es el ex canciller Gerhard Schröder, quien funge como patrocinador. Otro es el periodista televisivo Ulrich Wickert, quien ha hecho un llamado a que se le dé más ayuda y respaldo a quienes están dispuestos a abandonar las filas del extremismo de derecha: “Muchas veces, la gente joven que entra en los círculos del radicalismo de derecha no puede salirse de ellos porque la presión del grupo se los impide”, explica Wickert.

Un síndrome complejo

Heye va aún más lejos y exige que se hagan inversiones cuantiosas en el ámbito de la educación para ponerle fin a un proceso de deterioro social que sólo lleva agua al molino de la extrema derecha. Heye se apoya en encuestas cuando dice que, cada año, decenas de miles de jóvenes abandonan los colegios sin haber concluido sus estudios y sin perspectivas de futuro, convirtiéndose en presa fácil para los reclutadores de la extrema derecha. Así, más que un problema social, el discurso y la violencia de extrema derecha constituyen un síndrome conformado por muchos problemas que, como dice el director de “¡Mostremos cara!, sólo pueden ser enfrentados por la sociedad como bloque.

Autor: Marcel Fürstenau / Evan Romero-Castillo

Editor: Pablo Kummetz