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Homosexuales en el Ejército alemán

25 de noviembre de 2009

Mucho han cambiado los tiempos y las directrices en el Ejército alemán desde que en 1984 se separara con deshonores a un general por la sospecha de homosexualidad. Sin embargo, la vida cotidiana sigue sin ser fácil.

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"La imagen del guerrero duro no calza con la del homosexual".Imagen: dpa


Hasta el año 1990, los homosexuales no eran ni bien vistos ni bienvenidos en el Ejército alemán. De “extorsionables” se los tildaba. Los tiempos han cambiado y entretanto en Alemania un homosexual puede ser soldado; el ministro alemán de Exteriores, Guido Westerwelle, y el alcalde de Berlín, Klaus Wowereit, son homosexuales reconocidos. Y aunque desde el año 2000 los homosexuales pueden llegar a ser oficiales, la vida cotidiana en el Ejército alemán sigue sin ser fácil para ellos.

El gran momento

Llegó un momento en que Udo Kappler, paracaidista de 44 años, se cansó de jugar a las escondidas. Es homosexual y en el cuartel de Oldenburg nadie lo sabía. Entonces salió del armario y lo reconoció públicamente. De eso hace dos años y hacerlo cambió su vida. “Después de salir del armario mi rendimiento –según el informe escrito- bajó. Pero no había ningún tipo de prueba; solamente que, de un día para el otro, me transformé en un mal soldado”, cuenta Kappler.

Antes de eso, el soldado Kappler pertenecía al grupo de los mejores; de pronto era el peor de todos. Le quedó claro: se trataba de discriminación. Y se dirigió al encargado del tema igualdad y antidiscriminación. Tuvo éxito: el informe fue retirado.

Sin embargo, ahí no quedó la cosa. De pronto, sus camaradas le recriminaron haber acosado sexualmente a un compañero. Kappler se dirige entonces a la asesoría legal de la Bundeswehr. La investigación y las declaraciones de testigos revelan que las acusaciones son infundadas, que los testigos han sido puestos bajo presión para que declaren en su contra. “Les preguntaron también cosas que no tienen ningún efecto en la vida militar, que pertenecen a mi vida privada”, cuenta Kappler.

A pesar del “Decreto sexual”

La abogada de Kappler se basa para su defensa en el “Decreto sexual”, según el cual se prohibe –por lo menos oficialmente- la discriminación de los soldados homosexuales. “Exhortamos a sus superiores a exigir e imponer tolerancia hacia las orientaciones sexuales. Aunque el irrespeto de este principio no se puede excluir, no es tolerable”, decía su defensa.

Hasta ahí la teoría. El caso de Udo Kappler demuestra que el hecho de que la discriminación esté prohibida no implica que la tolerancia haya llegado a la cabeza de todos. Peer Uhlmann lo confirma. Este capitán de 29 años es homosexual y participa en el trabajo de lobby. “El tema de la homosexualidad casi no se trata en el Ejército. El decreto que afirma que, básicamente, todo es posible mientras no perturbe el quehacer de la empresa existe, sí; pero la práctica en la vida real es muy diferente”, informa Uhlmann. Sobre todo los de mayor rango tienen que luchar mucho contra la discriminación.

El caso Kießling

El más famoso de los casos de discriminación en el Ejército alemán data del año 1983. Al general de cuatro estrellas Günter Kießling se lo acusó de ser homosexual y, sin mayor explicación, se lo separó del Ejército aduciendo que era “extorsionable”. No sólo la discriminación de que fue objeto y el trato indigno –tuvo que ir a recoger su despido vestido de civil- hicieron famoso el caso, sino que además se reveló poco después que era mentira. Fue rehabilitado. Sin embargo, el tema de la homosexualidad en el Ejército comenzó a ventilarse. El siguiente gran escándalo llegó en el año 2000, cuando el entonces ministro de Defensa, Rudolf Scharping, separó a un teniente de sus funciones de instructor de reclutas.

Imagen tradicional de hombre y mujer

Con todo, y aunque las leyes ahora los protegen, los roles sociales de hombre y mujer son en la mente de los integrantes del Ejército muy tradicionales. “En la sociedad un homosexual es tildado de femenino o cobarde, y eso no va bien con la vida de un soldado. El duro guerrero con su arma no cuadra con la imagen del mariquita con la bolsa color rosado en la mano”, dice Kappler. Éste sigue en el Ejército, pero ya no como paracaidista; cambió de ciudad y ahora hace trabajo de oficina. Es feliz con su pareja y no necesita esconderse. Pero sigue esperando el informe acerca de su rendimiento en el Ejército, corregido.

Autora: Brigitte Moll/Mirra Banchón
Editora: Emilia Rojas