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En la presidencia seguirá Horst Köhler, un hombre querido y sensato

24 de mayo de 2009

Alemania deja pasar la oportunidad de tener una buena presidenta, pero le renueva el mandato a un buen presidente. Los que peor parados salen son quienes apostaron por la táctica política equivocada, opina Bettina Marx.

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El resultado fue ajustado, pero suficiente. Con él, la Asamblea Federal respondió a los deseos de la mayoría de los alemanes. Horst Köhler, prácticamente un desconocido hace cinco años, cuando se presentó por primera vez para el cargo de presidente, goza hoy de amplia aceptación entre la ciudadanía. Si los alemanes pudieran elegir directamente a su jefe de Estado, le habrían dado el voto a Köhler. Según las encuestas, el 70 por ciento de la población estaba a favor de concederle un segundo mandato.

Gesine Schwan, sin embargo, sólo lograba convencer al 15 por ciento de los encuestados. Y tampoco en la Asamblea Federal consiguió hacerse con la mayoría necesaria. Incluso le faltaron 11 votos de sus propias filas, compuestas por socialdemócratas y verdes.

Aún cuando el jefe de los socialdemócratas, Franz Müntefering, negó tras la sesión de ayer que este nombramiento vaya a tener repercusiones más allá de la elección del presidente en sí: la Unión Cristianodemócrata (CDU) y el Partido Liberal (FDP) demostraron unidad, algo que van a necesitar si, de cara a las elecciones parlamentarias del próximo septiembre, quieren revivir una de sus tradicionales coaliciones de gobierno. El Partido Socialdemócrata (SPD) y el Partido Verde, que igualmente apuestan por repartirse el Ejecutivo, se presentaron de nuevo divididos, fragmentados e imprevisibles. Ya antes de la votación se vislumbraba en el SPD un entusiasmo limitado por la candidatura de Schwan: sus altos cargos guardaban las distancias y algunos de ellos hasta exhibían cierto desinterés.

Pasada la elección, Müntefering trató de responsabilizar al partido La Izquierda. Éste se había “separado”, fue su afilada crítica. En lugar de apostar desde el principio por la candidata socialdemócrata, se había empeñado en presentar un aspirante propio que carecía de opciones y con ello debilitaron al sector a la izquierda de la CDU.

Pero la culpa de la derrota de Schwan no reside en los izquierdistas, sino en los mismos socialdemócratas. Ni una sola vez, el SPD les pidió el voto, recordó el jefe del grupo parlamentario de La Izquierda, Gregor Gysi. Por supuesto que no, porque los socialdemócratas no quieren enviar señales que apunten a una posible coalición tripartita con verdes e izquierdistas tras los comicios de septiembre y con ello darles a los conservadores munición para iniciar una campaña contra la “alianza roja”. Esperar que La Izquierda apoye silenciosamente a quienes en público hacen todo lo posible por alejarse de ellos es, o bien inocente, o bien un descaro.

Y así, la elección del presidente ya es historia. Alemania ha dejado pasar la oportunidad de tener una buena presidenta, una mujer por primera vez en este cargo, una intelectual alegre en el Palacio de Bellevue. A cambio, cuenta Alemania de nuevo con un buen presidente. Un hombre querido y con los pies firmes en el suelo, que convence tanto en el interior como en el exterior y representa al país con modestia.

Un mal día para el SPD, pero uno bueno para Alemania.

Autora: Bettina Marx

Editora: Claudia Herrera Pahl