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Indignados europeos en Bruselas

9 de octubre de 2011

Después de cientos de kilómetros, las marchas de “indignados” llegan esta semana de España y otros países. Visibilidad esperan ganar en la capital europea durante una semana que ha comenzado entre el júbilo y la prisión.

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Las primeras marchas de "indignados" de toda Europa llegan a BruselasImagen: picture alliance/dpa

Historias de 1700 kilómetros de marcha a través de España, Francia y Bélgica llevan en sus pies. “Nous sommes les indignés”, somos los indignados, cantaban al entrar en el parque Elizabeth, a los pies de la basílica de Koekelberg en Bruselas. Vienen a la capital europea a trabajar con sus correligionarios de otras partes de Europa que, en marchas a través de ciudades y pueblos, irán llegando durante toda la semana. Muchos los esperaban; también el dispositivo policial está preparado: no podrían acampar en ese parque, habían anunciado las autoridades del ayuntamiento.

“Formo parte de los indignados. Entre ellos, hay muchos grupos con diferentes opiniones, pero lo que tenemos en común es que no aceptamos más lo que está sucediendo”, dice a DW una bailarina belga, ya jubilada. Sus pensiones están siendo recortadas, cuenta su acompañante, profesor de universidad, también jubilado.

Belgien Brüssel Ankunft der Empörten FLASH-GALERIE
"Caminan por nosotros", dijeron a DW los autores de esta pancartaImagen: DW

“Welcome dignidad”, reza una gran pancarta que cuelga un grupo de alicantinos, que han venido a Bruselas sólo para recibir a los caminantes. “Por razones laborales no hemos podido caminar con los indignados, pero nos pareció importante venir y recibirlos porque están caminando por todos nosotros”, dice a DW Lola, maestra de inglés.

De camino, como peregrinos

“De norte a sur, de este oeste, la luz se sigue, cueste lo que cueste”, se escucha desde el grupo de varios cientos de personas. “Me uní a la marcha en París, soy de Galicia. El camino ha sido muy bonito; exceptuando París, la gente ha sido bastante receptiva, se han quedado en muchos pueblos haciendo asambleas”, cuenta a DW una muchacha que acaba de terminar su carrera de educación. “La gente se volcaba para ofrecernos duchas, apoyo para poder dormir”, informa Daniel, que se unió a la marcha hace 15 días en Galicia.

El júbilo de la llegada fue acrecentado por el avituallamiento. Una habitante del barrio de Saint Gilles los espera con sopa caliente: “Mis amigos los indignados han caminado mucho, tienen frío. Y como yo hago muy buenas sopas, la he traído”. Los ingredientes los ha conseguido como donaciones en un mercado.

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El júbilo....Imagen: picture alliance/dpa

“Cuando ha hecho falta hemos hecho una colecta; pero la gente se ha portado bastante bien. Lo normal es llegar y acampar en la plaza del pueblo. Llevamos un par de furgonetas de apoyo”, cuenta una joven española, periodista en paro. 

¿Qué esperan?

Visibilidad, visibilidad, eso lo que esperan los caminantes. Que el movimiento se difunda; que más gente se una en la indignación y en la exigencia de políticas orientadas verdaderamente al ciudadano. La actual crisis del euro y los programas de austeridad –sus culpables y sus ejecutores- forman parte de los grandes temas. 

Las exigencias ecologistas no faltan: “pretendemos discusiones amplias aquí en Bruselas. Yo soy muy sensible a la cuestión de la alimentación; quiero trabajar en el tema de la industria y los pesticidas. Sueño con jardines colectivos y la conformación de grupos de compra solidaria”, cuenta a DW una inminente maestra, organizadora del movimiento en Bélgica. 

¿Hotel de cinco estrellas?

Mientras tanto, la asamblea no consigue consenso en cuanto a aceptar la oferta de las autoridades: albergarse en un abandonado edificio de la universidad. “¿Un albergue de cinco estrellas? No lo necesitamos", responde un hombre desde el centro de la asamblea reunida en las tinieblas y sentada en una pradera que entretanto es sólo fango. A las diez de la noche, la hora indicada para el silencio, la Policía, que ha ido cercando la plaza,  decide actuar y cierra el cerco. Una parte del grupo –ya diezmado- se dirige hacia el edificio abandonado.

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Según datos de la Policía había unos 400 manifestantes; más de 1000 calculan otras fuentes.Imagen: picture alliance/dpa

Los otros se obstinan: “no hemos andado tantos kilómetros para irnos. La idea es acampar en una plaza y quedarnos todos juntos”, dice a DW una muchacha griega de 18 años, que lleva caminando desde el 10 de agosto. Ella forma parte del grupo de unos cincuenta caminantes que, hacia la medianoche, son maniatados y llevados a la fuerza al autobús de la policía.

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Y la prisión.Imagen: DW

“Aunque sabemos que es una manifestación pacífica, me temo que durante esta semana este grupo dará problemas”, dice a DW un oficial de la Policía, a la vez que subraya que se trata sólo de  una prisión administrativa, sin multa y que saldrán en máximo doce horas.

“No sé lo que espero de esta semana”, había dicho la griega poco antes, “la gran marcha el quince estará bien, pero seguro que más cosas buenas van a salir, por ejemplo una nueva marcha hacia Atenas”. 

Autora: Mirra Banchón
Editora: Emilia Rojas