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Los soldados y el gusto de matar

20 de abril de 2011

Dos investigadores alemanes analizan conversaciones entre soldados de la Wehrmacht. Los sentimientos de placer al ejercer violencia son extrapolables a cualquier conflicto, dicen Neitzel y Welzer en su reciente libro.

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Un libro que analiza diálogos entre soldados de la Wehrmacht.

“Lanzar bombas se me volvió una necesidad. Hace cosquillas, es un sentimiento agradable. Es casi tan bonito como dispararle a alguien”: en el libro “Soldados. Protocolos acerca de luchar, matar y morir”, de reciente aparición, se encuentran innumerables frases como la anterior.

Provienen de una serie de actas que el historiador Sönke Neitzel encontró en el año 2001 en el Archivo Nacional Británico. Contenían protocolos de conversaciones entre soldados de la Wehrmacht prioneros en manos de los aliados; sus diálogos fueron interceptados con el objetivo de obtener informaciones confidenciales durante la II Guerra Mundial. Pero ni británicos ni estadounidenses escucharon lo que querían oír; a cambio, obtuvieron un montón de detalles de la cotidianeidad de la guerra, acerca de matar y asesinar.

Neitzel, historiador alemán catedrático de la Universidad de Saarbrücken, encontró 150.000 páginas llenas de estos protocolos y decidió analizar el material junto con Harald Welzer, especialista en psicología social.

Análisis en vez de indignación

Buch Soldaten Autor Harald Welzer
Harald Welzer, especialista en psicología social.Imagen: Thomas Langreder

“Tuvimos mucho cuidado de evitar juicios de valor; queríamos ir más allá de la indignación, no quedarnos en el “qué terrible lo que ha pasado”. Queríamos entender cómo pensaban, cómo habían llegado a ello y establecer relaciones con el presente. No muchos análisis han llegado a este nivel”, explica Neitzel.

A pesar de esta distancia científica, lo que Neitzel, Welzer y sus colaboradores leyeron fue espeluznante. Los soldados se contaban cuánto se habían divertido matando o cuántas mujeres habían violado. Rara vez aparece una crítica a estos alardes. Según Welzer, los diálogos pueden ser vistos como intercambios normales acerca del mundo laboral; sólo que el trabajo de estos hombres consistía en hacer la guerra.

Material único

Cuando Neitzel le comentó al psicólogo Welzer de su hallazgo en el archivo, este último entendió enseguida la singularidad del material. Acerca de la vida interior de los soldados se tiene por lo general cartas escritas desde el campo de batalla o memorias. “Cuando uno le escribe a su madre, no le cuenta que ha violado mujeres. Con estas conversaciones podemos acercar mucho la mirada. Material como éste, que es una sensación, no existe para las guerras actuales como Afganistán. Tales diálogos no se dan y si se dieran no serían publicados ni habría acceso a ellos”, afirma Welzer.

En el libro se tocan cuestiones muy generales como ¿qué piensan los soldados? ¿Cuál es su visión de la guerra? Interesante es que en los contenidos no hay mucha diferencia por origen, rango o edad. Es más, ambos investigadores están convencidos: los diálogos entre miembros de la Wehrmacht se pueden extrapolar a los de otros, de otras guerras. Esta desconcertante conclusión les permite afirmar que es la misma lógica de una guerra la que los embrutece. Así, en uno de los protocolos se lee: “El primer día me pareció horroroso. Entonces me dije: mierda, pero una orden es una orden. El segundo y el tercer día dije: no me importa; al cuarto, lo hice con gusto”.

La guerra, un instrumento

No hay que olvidar, explica Welzer, que la guerra es un instrumento y “que mientras mejor se maneje, más probabilidades hay de sobrevivir. Un francotirador en Afganistán y uno de la Wehrmacht tienen la misma tarea. El arma es diferente, el uniforme es otro, pero la tarea es bastante parecida. Camuflados como si fueran piedras, están al acecho en algún paraje, alguien se acerca y disparan. Probablemente, ambos piensen poco en ideologías, el soldado de la Wehrmacht no pensaba en el nazismo y el de la Bundeswehr no tiene la Constitución alemana en mente”.

Buch Soldaten Autor Sönke Neitzel
Sönke Neitzel, historiador, encontró por casualidad los protocolos en un archivo.Imagen: Petra A. Killick

Si bien entre los soldados de Hitler hubo con seguridad algunos convencidos de las ideas nacionalsocialistas que mataron judíos por pura convicción, éstos fueron la minoría, afirman los investigadores. Y van un paso más allá: plantean que la violencia nacionalsocialista no habría sido más violenta que cualquier otra. Para perpetrar tales crueldades es menos decisiva la ideología que hay detrás, que el sistema militar de valores que convierte a los hombres en asesinos, sostienen.

“No hay que escandalizarse por lo que sucede en una guerra, pues sucede en una guerra. En todo conflicto moderno suceden las mismas cosas de las que cuentan los soldados de la Wehrmacht. Si se quiere cambiar algo, hay que evitar la guerra; hay que evitar matar; hay que encontrar otros modos de regular los conflictos entre países, algo a lo que todavía no se ha llegado, señala Welzer, puntualizando que "la indignación sobra, yo diría que incluso es fatua.”

Autora: Nadien Wojcik/Mirra Banchón
Editora: Emilia Rojas