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El Gobierno tiembla en Egipto

28 de enero de 2011

Deutsche Welle conversó sobre la crisis política egipcia y su posible expansión por los países del mundo árabe con la investigadora Annette Buechs, experta en Egipto del Instituto de Estudios del Cercano Oriente.

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Buechs: “No hay concesión que Mubarak pueda hacer para calmar los ánimos que no involucre su propia dimisión”.Imagen: picture alliance/dpa

Pese a la prohibición oficial de manifestaciones y a que los tanques salieron a las calles egipcias, las protestas que se desataron el 25 de enero –inspiradas en la revuelta de Túnez que acabó con el derrocamiento de quien fuera su presidente, Zine el Abidine Ben Ali– cobraron aún más vigor este viernes (28.1.2011). La policía utilizó gases lacrimógenos y balas de goma para aplacar a los miles de manifestantes que demandan la dimisión de Hosni Mubarak, quien ha ocupado la presidencia de Egipto desde 1981.

La televisora qatarí Al Yazira informó que varios periodistas extranjeros se encuentran entre las víctimas de la represión policial y que los órganos de seguridad del Estado pusieron al premio Nobel de la Paz Mohamed El Baradei bajo arresto domiciliario. Los ojos del mundo están puestos sobre El Baradei desde que el ex director general de la Agencia Internacional de Energía Atómica anunciara estar dispuesto a liderar un gobierno de transición si Mubarak renunciaba a su cargo.

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Mohamed El Baradei dijo estar dispuesto a liderar un gobierno de transición.Imagen: AP

Deutsche Welle conversó sobre la crisis política egipcia y su posible expansión por los países del mundo árabe con la investigadora Annette Buechs, experta en Egipto del Instituto de Estudios del Cercano Oriente, adscrito al Instituto Alemán para Estudios Globales y Regionales (GIGA) de Hamburgo.

Deutsche Welle : La Unión Europea y Estados Unidos han instado a Egipto a implantar reformas sociales, económicas y políticas. ¿Es Hosni Mubarak un gobernante que ceda ante la presión diplomática internacional cuando lo que está en juego es el orden político que garantiza su posición de poder?

Annette Buechs : En principio sí. Eso quedó claro durante las elecciones de 2005, cuando Estados Unidos lo persuadió de que propiciara una apertura política en el país. Sin embargo, su autoridad no fue puesta en peligro por esa apertura política y ahora la situación es muy diferente: la frustración y la ira acumuladas del pueblo egipcio alcanzan tales dimensiones que no hay concesión que Mubarak pueda hacer para calmar los ánimos que no involucre su propia dimisión. Eso es algo que él no aceptará fácilmente.

¿Cómo anticipa usted que culminará este conflicto entre la población y el Gobierno de Egipto, como el enfrentamiento de Túnez o como el de Irán?

Es difícil predecirlo. La gran diferencia entre Egipto e Irán es que el Gobierno de Teherán todavía conserva un aura de legitimidad, mientras que el de El Cairo se ha deslegitimado y eso lo debilita. Al mismo tiempo, se me hace muy difícil imaginar a Mubarak abandonando su país como lo hizo Zine el Abidine Ben Ali al huir de Túnez, aunque ese es el clamor explícito de la oposición egipcia. Habrá que esperar para ver qué sucesos se derivan de las protestas de este 28 de enero.

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Mubarak se tambalea.Imagen: dpa

Es poco probable que se le ponga fin a la ola de manifestaciones en Egipto como se hizo en Irán. Las medidas de represión que Mubarak está aplicando sólo consiguen caldear los ánimos porque la indignación y la desesperación del pueblo egipcio son difíciles de contener tras años de violencia y arbitrariedades estatales. Además, aunque el Gobierno de El Cairo ha reprimido las protestas como lo hizo el Gobierno de Teherán, Egipto no puede ignorar por mucho tiempo la presión ejercida por la diplomacia de las potencias occidentales.

Egipto es un poder menguante en el Cercano Oriente. El país gozaba de prestigio en la región y su liderazgo era contemplado con reverencia por sus vecinos, pero en las últimas décadas ha perdido esa posición. Por un lado, su alianza con países de Occidente le permite conservar ese aire de autoridad porque éstos tratan a Egipto como el líder del mundo árabe y como su socio más importante en el proceso de paz palestino-israelí. Adicionalmente, Egipto recibe de Estados Unidos un apoyo militar y financiero nada desestimable.

Por otro lado, es precisamente esa alianza y sus efectos sobre el conflicto en la Franja de Gaza, por ejemplo, lo que enfurece a muchas personas en Egipto; eso también juega un rol en las protestas que estamos viendo en sus calles. Los opositores de Mubarak se alegran de que Estados Unidos ejerza presión sobre él para que escuche sus quejas y permita cierto grado de apertura política; pero, simultáneamente, muchos de ellos rechazan la cooperación estratégica con Washington y Tel Aviv que obliga a Egipto a plantarse contra los ‘hermanos musulmanes’ de Palestina.

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Buechs: “Es poco probable que se le ponga fin a la ola de manifestaciones en Egipto como se hizo en Irán (en la foto)”.Imagen: mehr

Algunos medios describen a la oposición egipcia como escasa de líderes y ven en Mohammed El Baradei a uno de los pocos políticos con potencial para gobernar; pero su nombre también genera reacciones negativas entre los miembros de la oposición y entre los jóvenes menores de treinta años que constituyen la mayoría de la población egipcia. ¿Es acertado describir a Mohammed El Baradei como ‘el menor de los males’ de la oposición?

Yo no describiría a Mohammed El Baradei como ‘el menor de los males’ porque él no es percibido negativamente en todos los sectores de la oposición. Hay opositores que lo ven como la última esperanza u opinan que, en este momento, necesitan toda la ayuda que esté disponible. Debo aclarar, además, que la oposición egipcia no carece de liderazgo; ella cuenta con la Sociedad de los Hermanos Musulmanes, que hasta hace poco era la mayor fuerza opositora en el Parlamento y sigue siendo un grupo con fuerte respaldo popular.

Por otra parte, Estados Unidos y Europa temen que una posible democratización de la vida política en Egipto lleve al poder a grupos políticos con fuertes componentes religiosos. Y la Sociedad de los Hermanos Musulmanes es percibida como un grupo político con acento religioso...

Es un hecho que la Sociedad de los Hermanos Musulmanes es el grupo opositor más grande y mejor organizado de Egipto, pero él no tiene el apoyo mayoritario de quienes se oponen al Gobierno de Mubarak ni es el único actor político en escena, como lo sugieren varios medios de comunicación en Europa.

El temor de Occidente a la instauración de una teocracia en Egipto ha sido instrumentalizado por el Gobierno de Mubarak en su política interior y en su política exterior para legitimar sus medidas represivas. Pero el hecho es que la Sociedad de los Hermanos Musulmanes de Egipto, que hasta hace poco y durante treinta años estuvo en el Parlamento, nunca –ni siquiera cuando este grupo fue fundado en 1928– han propuesto convertir al Estado egipcio en una teocracia.

Las protestas se intensifican en Egipto pese a las amenazas del Gobierno de Mubarak. Lo interesante es que, pocas semanas después de que la violencia ejercida contra los coptos acaparara los titulares en Europa, tanto los musulmanes como los cristianos egipcios han sido convocados por igual para que salgan a las calles a manifestar. ¿Es éste un suceso meramente anecdótico o un episodio que puede conducir a relaciones más armoniosas entre ambos grupos religiosos?

En este instante, cualquier opinión al respecto sería una conclusión apresurada. De momento parecen mostrarse unidos en contra del tirano Mubarak, pero los conflictos entre los coptos y los musulmanes son demasiado antiguos como para pretender que se resolverán en el contexto de esta crisis política.

Si consideramos las manifestaciones de Egipto como la primera secuela de la revuelta de Túnez y especulamos sobre la posibilidad de que el ‘efecto dominó’ se prolongue, ¿qué otros Estados del Magreb y del Cercano Oriente podrían verse presionados por protestas populares a implantar reformas tangibles en materia social, política y económica?

Aunque muchas personas han tomado las calles en Jordania y Argelia, sus protestas son de otra índole; hasta ahora no se ha atacado la autoridad del rey de Jordania, por ejemplo. Sin pretender sacar conclusiones anticipadas puedo decir que es en Egipto y en Yemen donde el estamento parece estarse tambaleando.

Autor: Evan Romero-Castillo
Editora: Emilia Rojas Sasse