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Lituania: la crisis que no cesa

Pablo Kummetz26 de abril de 2004

Los 3,5 millones de lituanos se ven a sí mismos como orgullosos europeos, sociedad tolerante y con gran pasado, aunque actualmente tengan algunos dolores de cabeza.

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Vista panorámica de Vilnius, capital de Lituania.Imagen: AP

Tanques delante del Parlamento y sacos de arena para proteger a los diputados: un escenario de guerra en medio de Europa. En 1991, Moscú intentó obligar a la república rebelde a volver al seno de la URSS. Antes, más de 100 patriotas elegidos libremente habían escrito, bajo la dirección del profesor de música Vytautas Landsbergis, historia europea: el 11 de marzo de 1990 habían declarado la independencia de Lituania.

Litauen Flagge
Bandera de Lituania.

Casi una década y media después, el pequeño Estado del Báltico escribe otra vez historia, pero ahora negativa: "Paksasgate" llama un diario alemán al procedimiento de relevo de cargo que el Parlamento lleva desde diciembre de 2003 contra el Presidente, Rolandas Paksas: un caso único en la historia reciente de Europa. A Paksas se le acusa de contactos con la mafia rusa.

Estabilidad en peligro

Cuando Paksas sugirió a mediados de febrero de este año que iba a pasar por alto disposiciones de la Justicia, Algirdas Brazauskas, el Primer Ministro, vio en peligro la estabilidad del país y tomó medidas para impedir un golpe de Estado durante sus viajes al exterior. "Se parece a un fantasmagórico show de los Muppets", comentó recientemente la situación un diplomático de la Unión Europea.

No es la primera vez que los 3,4 millones de lituanos pasan por esos baños fríos y calientes. Algunos de los respetuosamente llamados "firmantes" de la independencia se hallan hoy en la cárcel, otros se han hecho ricos con empresas privadas y el resto ha seguido en política.

De los doce gobiernos que experimentó el país desde 1991, el de Albertas Simenas fue el más corto: no duró más de 70 horas. Hubo ministros a los que se les probó corrupción y el sistema bancario colapsó a mediados de los años llevando a la ruina cientos de miles de clientes que les habían confiado sus ahorros.

Un comunista convertido

Además de esos síntomas típicos de las democracias reformistas de Europa Oriental, los politólogos destacan un hecho específico que sólo sucedió en Lituania: en 2001, Brazauskas logró unir el Partido de los Trabajadores, surgido del antiguo Partido Comunista, con el nuevo Partido Socialdemócrata. Con ello se creó un nuevo partido aceptado por la vieja guardia y por los jóvenes. El adjetivo socialdemócrata en su nombre hace que pueda ser votado también por quienes sufrieron bajo el comunismo.

La democracia parlamentaria lituana brilla desde entonces por su estabilidad. Brazauskas gobierna impertérrito desde hace ya tres años en el marco del sistema democrático representativo, luego de haber sido primer secretario del Partido Comunista durante la era soviética.

Quizás ello haya ayudado también a que Brazauskas y los lituanos sean ahora un ardientes defensores del retorno de Lituania a Europa. Hasta las reformas más dolorosas en la transición de la economía socialista a la de mercado fueron sobrellevadas por los lituanos con admirable estoicismo. Y en el referéndum acerca del ingreso a la UE, el 90% de la votantes se manifestó por el "sí".

Crece sin parar

Desde el 2000, la economía de Lituania crece sin parar. El país ha consolidado su prespuesto nacional, logró estabilizar la inflación a bajo nivel y marcha raudamente rumbo a cumplir con los criterios de convergencia con la UE. El PIB aumentó en 2001, 2002 y 2003 más de sendos 6% y los pronósticos para el futuro son más que optimistas. Si bien el déficit de balanza de pagos es considerable (alrededor del 4% del PIB), es cubierto con creces por las inversiones directas extranjeras.

La privatización de las antiguas empresas socialistas ha sido casi concluida, actualmente están a la venta, entre otras, las empresas eléctricas. La aerolínea lituana LAL se pondrá a la venta este año, luego que un intento anterior fracasara por falta de interesados.

A pesar de esas cifras verdaderamente impresionantes, el estándar de vida en Lituania es aún de sólo el 40% del promedio en la UE. El sueldo promedio es de alrededor de unos 340 euros. La desocupación se ha estabilizado en alrededor del 10%. La deflación que comenzó a insinuarse en 2002 (0%), continuó en 2003 (-0,3%). Debido a una ampliación del crédito a los consumidores, ello no se ha manifestado hasta ahora en una disminución de la demanda.

Entre un pasado de gloria y un presente complicado y con un espíritu conciliador, Lituania se abre paso firmemente hacia la Unión Europa, de la que espera mucho, pero a la que también mucho quiere aportar.